Soldados abandonados
La persecución a militares y policías que derrotaron al terrorismo en las décadas de 1980-90 no es cosa del pasado. Es una realidad hoy día, cuando los herederos del terrorismo, sus aliados, los caviares y sus socios internacionales, siguen persiguiendo y encarcelándolos. Y también pretenden hacer lo mismo con los miembros de las fuerzas del orden que impidieron que los secuaces de Pedro Castillo retomaran el Gobierno en las asonadas que perpetraron a fines de 2022 y comienzos de 2023.
El objetivo de ellos es desacreditar y desmoralizar a las fuerzas del orden y, sobre todo, amedrentarlas, para que cuando se repitan situaciones similares, no actúen, permanezcan quietas y posibiliten que ellos se hagan del poder.
Hace poco visité en la prisión al general EP (r) Juan Rivero Lazo, que fuera jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINTE) y lleva más de 20 años preso injustamente, sin que se le haya podido probar ningún delito, acusado de “autoría mediata”.
Sus supuestas transgresiones, aún en el caso de haberse cometido, habrían prescrito en el momento de su proceso, porque la “lesa humanidad”, que hace imprescriptibles ciertos delitos, recién está vigente en el Perú desde 2002 y no es retroactiva.
Rivero Lazo me entregó unas páginas explicando su caso, de las cuales transcribo estos párrafos:
“Los soldados del Ejército cumplimos nuestra misión y derrotamos a Sendero Luminoso en el campo, y junto con la Policía Nacional del Perú, también lo derrotamos en las ciudades”.
“Los soldados del Ejército estamos preparados para defender a todos los ciudadanos de nuestro país, esa es nuestra misión. Nunca pedimos nada a cambio, tampoco rehuimos a la justicia, sólo pedimos una verdadera justicia, no aquella que sigue consignas políticas y viola impunemente el debido proceso.”
“Nos duele profundamente que la sociedad a la que defendimos cuando clamaba por nuestra presencia, ahora, después que acabamos con el terrorismo, esa misma sociedad nos ha dado la espalda y permite todos los abusos que la “justicia” comete contra nosotros. Aun así, siempre cumpliremos nuestro deber, siguiendo el ejemplo que nos dejó el coronel Francisco Bolognesi.”
Tiene toda la razón. La sociedad a la que salvaron los ha abandonado. Y ahora ellos vuelven por más. Por ejemplo, IDL-Reporteros acaba de ganar en diciembre el “Premio Latinoamericano de Periodismo” de Ipys, con dos reportajes donde acusa a las fuerzas del orden: “Homicidios en Juliaca” y “Radiografía de Homicidios” (en Ayacucho), donde policías y militares aparecen como asesinos, matando a pacíficos ciudadanos indefensos, en las algaradas castillistas.
Ya conocemos el libreto. Eso refuerza la estúpida tesis de algunos fiscales que acusan a las fuerzas del orden de “genocidio”. Sabemos también cómo termina esa historia si se les deja avanzar.
Y un comunicado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) del 29 de diciembre, anuncia que pretenden que se acuse a policías por hechos ocurridos en 1992, exigiendo reparaciones y un juicio penal, a pesar que eso es ilegal.
Hay que pararlos.
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