ÚLTIMA HORA
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Solo uno

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Fecha Publicación: 16/03/2020 - 20:30
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Quizás hayas temido alguna vez enfermarte, perder el empleo o morir; situaciones límite que nos arrastran porque, de alguna manera, “fuimos arrojados al mundo”. Memento mori (recuerda que morirás) es una frase que acompañaba a los generales romanos para que aterricen y no se vanaglorien. Siempre analizamos la incertidumbre de nuestras vidas individuales, pero, ¿qué tal cuando el memento mori toca a la humanidad? ¿Qué tal si de pronto reparas que el mundo seguro se convierte también en incierto? ¿Un cometa sobre la Tierra? ¿Una peste que ni las mejores mentes pueden controlar? ¿Un movimiento tectónico que remece el planeta? ¿Una guerra nuclear que ni un millón de voces logran detener?

Así de potenciales al riesgo vivimos si un virus asoma y pone al mundo de cabeza, rebasando los sistemas de salud de los países más ricos y amenazando el invierno de los pobres (que ni camillas tienen) con un rictus de terror que quizás sea pronto nuestro rostro en el espejo. No es que todos vayan a morir por la pandemia, será un mínimo porcentaje; el factor X es que nos daremos cuenta de lo vulnerables que somos, de las deficiencias estructurales para curarnos, de lo poco que sabemos de nosotros mismos, de la ciencia, de la verdad, del destino y de Dios.

A decir verdad, repararemos también de lo descuidados que somos, de lo intolerantes que son muchos frente al miedo de los otros, de lo esencialmente estúpidos que pueden ser los que se exponen a sabiendas que exponen a los que más quieren y de una súbita conciencia de humanidad: de que somos uno con los chinos, con los europeos, con los africanos, con los que piensan diferente, con los que viven diferente, con los que tienen otra lengua. No hay nada que nos sea remoto y nada que nos diferencie frente a la escena de una tragedia universal.

¿No se ha emocionado con el Nessun Dorma y su vigoroso “¿Venceré!” de los aviones de la Regia Aeronautica volando y dejando la estela de una bandera italiana? ¿No lo han conmocionado los mártires médicos chinos dando el cuerpo y la vida para salvar a otros? Si detestaba a los médicos, ¿no son ellos los héroes de nuestro tiempo? ¿No se le han humedecido los ojos frente a una pareja española enferma que conmemora su boda añosa al borde de su último aliento? Con diferencias y distancias, sí, somos uno.