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Somos un país imprevisible

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Fecha Publicación: 17/01/2025 - 22:20
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Somos un país de altas y bajas, de constantes sorpresas, cada cual más preocupante. Ya nos hemos acostumbrado a ello. Vivimos a sobresaltos, aferrándonos a la idea de que lo último que nos toca vivir sea, efectivamente, lo último y no se volverá a repetir. Vana ilusión. No salimos de las noticias críticas que nos presentan los políticos o sus aliados de los tres poderes del Estado, cuando tenemos a la vista un informe del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento que revela una dramática preocupación para el año 2028: casi medio millón de familias no tendrán dónde ni cómo vivir en Lima.
Según el estudio, se proyecta un déficit habitacional que pone en evidencia la falta de planificación de las autoridades del gobierno, que no han previsto, en sus precarias políticas públicas, la expansión de la ciudad que crece velozmente a riesgo de generar mayores problemas de los que ya tenemos. Si ello ocurriera, impactará, naturalmente, en la calidad de vida de los habitantes y el crecimiento desbordado de los distritos en Lima y Callao. Seis de estos, según el documento, sufrirán las mayores consecuencias y se convertirán en un infierno para vivir o alquilar viviendas, como ya comenta la prensa.
La expansión urbana es una realidad y sigue siendo una amenaza, como lo fue antes, para la proliferación de asentamientos humanos donde las familias levantan precarias viviendas sin cumplir con los requisitos ni estándares mínimos de seguridad, acomodándose en precarias casitas convertidas en un riesgo permanente para su integridad. Esta situación plantea, cómo no, grandes desafíos para la calidad de vida de cientos de miles de familias que necesitan que el Estado o las empresas privadas les proporcionen viviendas acordes a las necesidades de un sano desarrollo urbanístico.
El informe del que nos ocupamos, titulado “Expansión Urbana en el Perú (2024)”, nos presenta esta realidad, señalando que el déficit no solo se traduce en la insuficiencia de viviendas disponibles, sino que también “está vinculado al aumento de asentamientos informales, problemas de conectividad y una baja calidad de vida en los distritos más afectados”. Entre los más perjudicados se mencionan San Juan de Lurigancho, Villa María del Triunfo, Ate, Lurigancho-Chosica, Puente Piedra y Comas, donde la presión demográfica y la falta de infraestructura adecuada ya son evidentes, tal como se comenta en la prensa.
Los expertos advierten que el crecimiento desordenado de la gran urbe y la carencia de una planificación integral son dos de los principales factores que alientan esta grave realidad. Uno de ellos, José Ponce, director de Ingeniería Civil de una universidad limeña, ha señalado que “el crecimiento desordenado de Lima está generando una brecha cada vez mayor entre la demanda y la oferta de vivienda. Distritos como San Juan de Lurigancho, Villa María del Triunfo y Ate ya enfrentan una presión significativa debido al incremento poblacional y la falta de planificación integral en infraestructura y servicios públicos”.
El impacto de esta crisis habitacional irá más allá de la falta de viviendas, como avizoran los especialistas. Según el informe, la crisis habitacional va de la mano con el aumento de asentamientos informales, que suelen carecer de servicios básicos como agua potable, alcantarillado y electricidad, lo cual genera, a su vez, problemas de salubridad, inseguridad y una calidad de vida precaria para las familias que habitan en estas zonas. Esa es la realidad y lo será más aguda si no se corrigen los riesgos con políticas de vivienda sanas e integrales y una planificación adecuada.
Por otra parte, otro informe reciente, esta vez del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), nos presenta un resultado halagador: en 2024, la población ocupada de Lima Metropolitana alcanzó 5 millones 459 mil 200 personas y se incrementó en 4,6% (242 mil 200) respecto al año 2023. Asimismo, la población ocupada masculina creció 4,8% (135 mil 300) y la femenina en 4,4% (107 mil), respecto del año anterior.
Así, la población ocupada de Lima Metropolitana —esta incluye tanto a las personas con empleo adecuado como a las que están en subempleo— llegó a 5 millones 554 mil 300 personas en el cuarto trimestre de 2024 y se incrementó en 4,4% (234 mil 600 personas), respecto al mismo trimestre del año 2023. Por otra parte, en el trimestre octubre-noviembre-diciembre 2024, el empleo creció principalmente en los sectores de Construcción en 18,5% (65 mil 900) y en Manufactura 14,1% (93 mil 800), al compararla con el similar trimestre del año 2023; asimismo, en comercio creció en 5,9% (68 mil 900); mientras que, en Servicios, no presentó variación significativa, señala el INEI.
Asimismo, según el INEI, en el IV trimestre de 2024, el ingreso promedio mensual proveniente del trabajo en Lima Metropolitana se ubicó en 2 113,5 soles, presentando un aumento de 9,6% (185,4 soles), en comparación con el similar periodo del año anterior, mientras que el ingreso promedio mensual de la población ocupada femenina creció en 13,1% (206,8 soles) y el de los hombres en 7,3% (162,9 soles).
Lo que sí no sube significativamente, ni con las recientes medidas de corte populista, es la imagen de gestión de la presidenta Dina Boluarte. Una reciente encuesta de Ipsos, realizada a nivel nacional entre el 9 y 10 de enero, reveló que la aprobación a la mandataria subió apenas un punto, de 4% en diciembre a 5% este año. En cambio, la desaprobación a su gestión se incrementó también en un punto, de 91% a 92%. Curiosamente, el mismo porcentaje de aprobación de la mandataria alcanzó el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, cuya desaprobación, por el contrario, subió en el último mes seis puntos, de 73% a 79%. Así estamos.

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