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Somos una nación fallida

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Fecha Publicación: 01/11/2021 - 23:00
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Hablábamos ayer de la situación de espanto que, en apenas cien días de gestión, ha generado el régimen comunista de Castillo, abocado a propiciar una nación plena de conflictos, complejos, odios de clase, revanchismos.

Cien días en funciones dedicadas no precisamente a gobernar, sino a destruir las bases de nuestra sociedad para crear una nueva ciudadanía -dizque feliz e igualitaria, sinónimo de paupérrima en lenguaje comunista- a imagen y semejanza de sus tan admiradas Cuba, Bolivia y/o Venezuela. El nivel de crisis en que nos encontramos es porque la izquierda caviar decidió que en la segunda vuelta el país apueste por el voto anti Keiko Fujimori. Y consecuentemente, que elija al comunista Pedro Castillo. Eso, amables lectores, jamás debemos olvidarlo.

El origen de este caos viene de largo. Concretamente, desde que Fujimori derrotase a la izquierda tras liquidar el senderismo, brazo armado del socialismo aunque lo niegue la siempre hipócrita izquierda peruana.

Nace entonces la versión taimada de la zurda: el falsario caviarismo. Se infiltra en el toledato a través de su operador Gorriti, rodeado de alimañas como García Sayán -que sirvió a Fujimori asesorando su reforma judicial- y sendos otros elementos nocivos que aún navegan en las altas esferas de la Fiscalía, la Judicatura, el Constitucional, así como los ministerios de Educación, Cultura, de la Mujer, etc. ¡Desde entonces, desapareció la Justicia en el Perú y campea la ilegalidad.

Sobre todo, la arbitrariedad! Con Kuczynski se destapa la magnitud de la corrupción, y el país se escandaliza. Todos los gobernantes que lo han sucedido juraron eliminar este karma. ¡Cayeron los peces chicos! Pero, por ejemplo, José Graña sigue gozando de todos sus privilegios, a pesar de haber reconocido ante ese fiscal mendaz Domingo Pérez ser culpable de robarle al Estado cientos de millones de dólares en connivencia con la cleptómana Odebrecht. ¿Qué pasó? Pues que ese fiscalete responde a Gorriti y este maneja el ajedrez del poder mediático nacional, donde mantiene a Graña como alfil suyo para continuar manipulando a los gobiernos desde sus esferas de influencia.

Ayer EXPRESO reveló que la Suprema ha puesto en su lugar a la sospechosa Zoraida Ávalos, quien funge de Fiscal de la Nación, imputándole interceptaciones telefónicas -y de otros medios- a los ciudadanos y/o las empresas que estime de interés. Con ello Ávalos ha violado la Constitución.

Si el Congreso es coherente, debe desaforarla hoy. Este intervencionismo lo repudia el mundo entero. Porque destruye las libertades que consagran la Carta de la ONU y nuestra Constitución. Sin duda, imposibilita acoger al capital extranjero y a las empresas que lo operen acá, sujetándolas a este pervertido mecanismo de espionaje proscrito por la Declaración Universal de DDHH que dinamita cualquiera expectativa de confianza.

Resumiendo, un país sin base social estable, gobernado por un régimen comunista y empírico que busca cambiar la Constitución al estilo venezolano; donde la Justicia es manipulada por una camarilla caviar con agenda propia y no elegida por el pueblo; y donde la Fiscalía/Policía intercepta las llamadas a su discreción, es una nación fallida.

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