¡Son terroristas, no luchadores sociales!
Los peruanos contemporáneos conforman una sociedad invertebrada, desconcertada, confundida, perdida en el espacio tiempo de una historia reescrita por una corporación mundial de grandes intereses, dirigida por seres siniestros como George Soros. Mega millonarios decididos a consolidar políticamente su poder, como mecenas del mundillo de socialconfusos inventado por la izquierda post URSS para sobrevivir apropiándose del dinero de aquella gente que desprecia, perteneciente a la derecha. Bienvenidos al submundo de las ONG que, en las últimas dos décadas, lograron convertir en fracaso el colosal éxito que tuvo el Perú al derrotar al terrorismo. La narrativa de esas oenegé consistió en hacernos creer que, entre los años ochenta y noventa del siglo XX, lo que realmente ocurrió en el Perú fue que “una inmensa injusticia social produjo que surjan grandes luchadores sociales decididos a combatir la explotación de los pobres por los ricos, en una suerte de cruzada santa que la derecha infamemente tildó de terrorismo”. En rigor fue “un acto de absoluta justicia humana liderado por unos luchadores sociales alzados contra un Estado oligárquico y opresor, dedicado a desatender a los pobres.”
Esa torva historieta, como la comentábamos ayer, narcotizó a nuestra niñez y juventud desde la escuela primaria, secundaria y superior pública. Inclusive, en algunos casos, desde las universidades y los colegios privados. Y esa ponzoña sigue en marcha pues el currículum escolar no ha cambiado. En esencia es una prédica a favor de la “justicia social”, relatada en lenguaje buenista para impactar a las generaciones futuras con el cuento que sendero luminoso y su cabecilla, el genocida guzmán, no eran terroristas. ¡Incluso gente como el abyecto premier Bellido dice que el terrorismo lo inventó la CIA!
Vista en perspectiva, la noticia del sábado podría significar un embrión para producir la leyenda sobre la muerte del genocida guzmán. Aunque como decía Santo Tomás, para este escriba antes ver para creer. Porque al provenir esa primicia de un gobierno recargado de prosenderistas –sin corroboración alguna de la Marina de Guerra, encargada de custodiar al genocida- la información no deja de ser sospechosísima, en la medida en que palacio había empezado a lucubrar el proceso de indulto a favor del criminal de guerra. Comenzando por finalizar la misión carcelaria de la Base Naval del Callao, como centro de reclusión de seguridad total para evitar la fuga de condenados por alta violencia como este, con conexión a su apparatchick terrorista en libertad. El régimen Castillo -siempre guiado por la inteligencia cubana- habría estado interesado en sopesar la reacción ciudadana ante un eventual indulto al carnicero que asesinase sangrientamente a 70,000 peruanos. Otra alternativa habría sido esta “muerte oficial”. Aunque como todo lo que hace el oficialismo es mentir, también es probable que fuese una ingeniosa treta para dejarlo libre portando su partida de defunción bajo el brazo.
Como fuere, necesitamos erradicar la versión oficial del ministerio de Educación –de la mano del siniestro “lugar de la memoria”- cuando sostiene que el genocida guzmán y su escuadrón asesino nunca fueron terroristas sino, únicamente, luchadores sociales.
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