¡Stalin está vivo!

El sábado 30 de diciembre de 2023 se institucionalizó en el Diario Oficial El Peruano un decreto supremo que establece un “oficial” para la igualdad en las entidades públicas, alentando además que el sector privado se pliegue voluntariamente a la norma. En simple, una policía de género o para la igualdad de género. No necesitamos aburrir al público sobre las funciones que tendrá esta “policía” de la igualdad. Sí es pertinente decir alto y claro que este decreto impone una ideología nefasta para las libertades y la democracia en el Perú. Y esto porque el así llamado “enfoque de género” en el que se asienta no es más que pura ideología woke o caviar para más señas. A nadie escapa que cualquier “enfoque” es ideológico. Así tenemos el enfoque comunista de la economía que los marxistas enmascaran como “ciencia” y que no es más que pura ideología. Por el contrario, para estos canallas de la hoz y el martillo el “neoliberalismo” y su enfoque también son ideológicos. Lo mismo sucede con el género y sus secuelas igualitarias y posmodernas cuyo paraguas ideológico es el wokismo. Definamos el wokismo como una ideología que promueve el conflicto social por intermedio de agendas banales; desplaza el objeto genuino de la crítica social, ligada a intereses e inequidades económicas o culturales, a problemas que son más imaginarios que reales(https://www.elviejotopo.com/articulo/wokismo-delirios-ideologicos-y-conflictos-importados/https://carnaina.medium.com/las-ra%C3%ADces-del-wokismo-f56794ea86 ). En lugar de cuestionar el sistema capitalista, la distribución injusta o desafortunada de la riqueza, las políticas públicas que fomentan el desempleo o la pobreza, el wokismo se dedica a pelar contra lo imposible. Exige el fin de la desigualdad biológica, el fin de la herencia genética o la distinción de los roles sociales; con estos fines afectada el principio de realidad, que es un punto de partida básico para la gestión de la convivencia, por conflictos imaginarios e insolubles, que generan anarquía. Desplaza el derecho a trabajar, por ejemplo, o el derecho a la salud, por la anticipación de la muerte, sea en el niño en gestación, sea en el costoso anciano o el no menos costoso enfermo de cáncer. El wokismo promueve la “diversidad”, cuyos resultados sociales los ofrece claramente el desorden criminal que reina hoy en Francia o Suecia, por ejemplo.

El wokismo invierte la moral y la desaloja de dónde debería estar. El wokismo asume superioridad moral y se dedica a hacer marketing para la persecución de los disidentes y tiene su mejor clientela en las ONG de izquierda, que canalizan su financiamiento. El wokismo se sostiene, ya que es una ideología manifiestamente contraria al sentido común, en el dinero nada inofensivo de grandes corporaciones; éstas intentan enriquecerse con esta manipulación de la situación humana y concentrar el poder tanto económico como político en unas élites nada sensibles moralmente (https://nuso.org/articulo/las-corporaciones-transnacionales-y-la-produccion-de-productores/) . El wokismo asegura fama y dinero a sus adherentes, que aquí llamamos “caviares”. De dónde van a salir estos oficiales estalinistas de la “igualdad”. ¿De Manuela Ramos? ¿De Flora Tristán? “Bella, te queda bien el corte que te has hecho”, ¿califica para una amonestación, multa o despido? Y el tradicional beso en la mejilla, ¿se acabó? ¿Será una ofensa abrirle la puerta a una mujer y darle la preferencia? Y en un barco de la armada que se hunde, ¿será un anatema eso de que abandonen el barco mujeres y niños primero? ¿Nos quieren hacer iguales a la fuerza? Es más, ¿cuándo desde que el mundo es mundo ha existido la igualdad? Esta no es más que una quimera ideológica a diferencia de la libertad que existe concretamente. Este eructo estalinista del “oficial para la igualdad” no debe pasar en el Congreso. La libertad y la democracia no pueden convivir con esta dictadura envuelta en celofán. ¡Abolición ya!

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