Supremo creador
He leído versiones sobre Händel y su creación de “El Mesías”, que con sus notas y emotivos “Aleluya” nos transportan a una dimensión distante y pura. Una de las que más recomiendo se encuentra en “Momentos estelares de la humanidad”, de Stefan Zweig. Con una prosa casi poética y precisa en la creación del clima nos muestra al músico en su decadencia, derrotado por un ataque cerebro vascular paralizador que lo lleva a la idea de la autodestrucción y el abandono.
Händel lo pierde todo menos sus deudas, siente que ha perdido su vida y la posibilidad de la gloria futura. Todo es desastre y amenaza para él. Una noche, sumando relatos, camina por las calles de Londres, repitiendo para sí lo que es habitual en las crisis y que son las palabras de Jesús en la cruz: “Dios, ¿por qué me has abandonado?”. Sigue repitiendo la frase como letanía en un pequeño templo en la noche brumosa. Agitado, sabiendo que nada más habrá de venir para él. “Dios, ¿por qué me has abandonado?”. Abre la puerta y tiende su gran y pesado cuerpo sobre la mesa. La oscuridad le impide ver un sobre en un ángulo lejos de sus ojos. Pronto lo ve, estira la mano y lo toma. Es un sobre del poeta Jennens que lo había dejado en su breve ausencia. Jennens, el mismo de “Saúl” y de “Israel en Egipto”. Una carta con un sobre adicional con versos que el poeta los quería tornados en música. Händel estalla en cólera, no podía ser sino una broma adicional en su famosa decadencia y se introduce en el lecho volcando fuego… hasta que decide abrir el sobre. Un oratorio, “El Mesías” y allí la primera palabra: “¡Consolaos!”. Luego: “Así habló el señor”, “Clama tu palabra con firmeza”. La voz de mil ángeles dando gloria a Dios. “Regocíjate”, “él es el verdadero salvador”. Händel revivió, su cuerpo se reintegró y el golpe del misticismo lo elevó y convirtió en música lo que era letra, su gran “El Mesías” nacía así en medio de la suprema belleza durante una noche de descomunal exaltación.
Así ocurren los milagros, cuando se creyó abandonado, llegó un sobre y con él la inspiración, la creación y la obra, su resurrección. Ella extendió su fama. Las notas se expanden aún hoy en el aire del mundo con el “¡Aleluya, aleluya, aleluya!”. Y todavía hay quien no cree en milagros.
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