Susana Villarán, ¿virgen prodigiosa?

Sin la menor vergüenza y con la mayor insolencia, el confiscado Ministerio Público, y su partenaire, el Poder Judicial –sometidos ambos al dictado de la mafia caviar, en su criminalizada actuación como fiscal y juez de los peruanos–, protegen a quien se autodeclaró ladrona de sendos millones de dólares a los peruanos.

Hablamos de Susana Villarán de la Puente; para triste recordación, exalcaldesa de Lima representando a movimientos extremistas como Nueva Izquierda, Tierra y Libertad y Lima para Todos. Está imputada por delitos de cohecho pasivo propio, asociación ilícita para delinquir, lavado de activos. Pasó un corto tiempo de detención preventiva.

Pero, inexplicablemente, el Poder Judicial aceptó transferirla a prisión domiciliaria. ¡Aunque este febrero, el periodismo la encontró bañándose tranquilamente en la piscina de otra vivienda suya, construida en un terreno que es propiedad de la Municipalidad de Lurín! Escandalosa sucesión de delitos, sin la menor consecuencia para Villarán. Hace días, nuevamente el Poder Judicial fue permisivo con ella, admitiéndole una apelación para revocar el justificado apercibimiento que se le hizo por no acudir al control biométrico presencial en noviembre de 2023, como estaba obligada a hacerlo según el beneficio de prisión domiciliaria que le otorgó el Poder Judicial.

Como es conocido, en entrevista a una estación de radio –amiga suya–, Susana Villarán de la Puente declaró: “Siempre supe de los aportes de empresas (Odebrecht y demás constructoras brasileñas) a la campaña del ‘No’ a la revocatoria (...). Cometí un grave error del que me arrepiento desde hace tiempo, al permitir que teniendo intereses privados financien la campaña. Esta es la verdad. Tanto José Miguel Castro como yo, tomamos la decisión de procurar y aceptar los fondos para la campaña”.

A comienzos del año 2012, un grupo de ciudadanos inició la recolección de firmas para promover la revocatoria de Villarán y convocar a nuevas elecciones municipales. En contra de la revocatoria se pronunciaron Alejandro Toledo, Mario Vargas Llosa, Santiago Roncagliolo, Paolo Guerrero, Natalia Málaga y partidos políticos como PPC, AP, Somos Perú, Alianza para el Progreso, etc. Al final, esa revocatoria no funcionó.

Han transcurrido doce años, y la propia Susana Villarán –con su elocuente autoinculpación– traicionó a los firmantes del mamotreto contrario a su revocatoria. Pero, también, ha transcurrido esa docena de años, y tanto la Fiscalía de la Nación como el Poder Judicial no han movido un dedo a efectos de iniciarle un proceso judicial a quien, por lo demás, declaró públicamente su culpa en una estafa multimillonaria a los peruanos. Otra escandalosa demostración de parcialidad de nuestro sistema judicial, secuestrado por la camorra caviar. Esta última, amable lector, es la verdadera culpable de la impunidad que cunde en este país, desde que ha formado parte activísima en aquella mascarada denominada “proceso judicial Lava Jato”; en rigor, una tabla de salvación para todos esos tagarotes inmundos, involucrados en semejante estafa al país.

Susana Villarán es, según el sistema jurídico peruano, una suerte de virgen prodigiosa; mientras que Alan García yace muerto, y su figura enlodada por este mismo, repugnante, sistema judicial peruano.

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