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Sutil precisión

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Fecha Publicación: 22/08/2021 - 22:10
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Le pedí una hora para conversar de sus tres dibujos que en el pequeño formato me habían atrapado con el tejido de esas líneas, veladuras, transparencias y sugerencias con las que levanta una sucesión de planos que me llevan hasta casi tocar la presencia del horizonte, señal de una geografía insinuada que en su pintura es clara presencia que nos propone descubramos en esas montañas y praderas las formas femeninas que atisban y dan nacimiento a la obra. Le dije, creo es un buen tema para mi próxima crónica. Esta. Aceptó. Llegué con las mascarillas puestas, cuatro minutos de adelanto y las ganas de escribir con letra clara y legible lo que me dijera. En ganas se quedó. Ahí está indescifrable esa caligrafía alombrizada flotando en las hojas del cuaderno con tapa verde que estoy usando y no la grabadora como debería. Aun así hay algo rescatable y un poco más con lo que la memoria registró.

Ya estamos conversando, tomo un té de hinojo que me ofrece y pronto compartiendo temas que van más allá de esos tres dibujos sobre cartulina gris acid free, para los que, ahora sé, las herramientas fueron un portamina 0.5, un borrador y las sonatas para piano de Beethoven. “El portaminas me permite la máxima precisión en el mínimo detalle; el borrador me da la facilidad y rapidez en la corrección; me fascina la belleza de matices en las sonatas interpretadas por Glenn Gould, dan órdenes al cerebro y son guía en la obra”, me ha dicho Iris Arregui, amiga y autora de los dibujos. Es pintora egresada en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Católica en 1977, el mismo en que hace su primera exposición con galería Forum que ahora la acoje.

Pronto voy agregando a lo ya registrado, la importancia de las vivencias recogidas en los diez años de vida en Quinden, Cajamarca, donde encontró momento, escenario y motivos para su estudio de la naturaleza. En la montaña, el río, el árbol tiene materia para su interpretación del paisaje que allá boceta en pequeño y al llegar Lima traslada a formatos mayores en los que “consolido mi lenguaje y soy consciente de la forma”. Volviendo al tema de la precisión, lo tiene en todo su actuar, hasta en el ordenar y reacomodar los pequeños objetos que movemos en la mesa junto a la ventana en la que está la tarjeta que llegó con las flores que le envió su hija Micaela, madre de sus dos nietas. Su otra hija, Constanza, es pintora, casada, vive en Los Angeles.

Otro regreso, lo llevo al tema de la delicadeza, la sutileza, seña y marca de su trabajo que es hechura de largas calmas y tranquilas observaciones que tienen espacios en el jardín donde florea el floripondio y puede ver esas pequeñas ramas que le sugieren detalles de osamenta humana que se transforman en líneas que son el tejido en que me atrapan.

Quedan cinco minutos para contarnos de nuestras lentejas, frutas y verduras que organizan nuestros menús cotidianos, parte del mundo que ocupamos y en el que tenemos razones para continuar con la obra iniciada. Vuelvo a ponerme las mascarillas, me regala una, nos despedimos y la hora que se hizo corta es también mucha.

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