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También los caviares al banquillo

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Fecha Publicación: 12/06/2022 - 23:00
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Contrapoder, Suplemento Dominical de EXPRESO, es un foro que acrisola a jóvenes escritores de fina pluma y sólidas doctrinas que semanalmente presentan a debate conceptos de interés acorde con la actualidad. En su edición de ayer, el tema fue “Los Caviares, la dictadura y la guerra”. Cada artículo aborda aspectos distintos, relativos a esta parasitaria estirpe de la neo política surgida tras el derrumbe del Muro de Berlín. Siendo diferentes los enfoques, la solidez intelectual de los articulistas convierte a esta edición en superlativo breviario para desnudar la auténtica entraña de estos sujetos a quienes se les llama caviares. Analicemos algunos criterios. Según Luciano Revoredo, “Carlos Marx fue caviar. Su vida de libertino y borrachín ocasionó que lo expulsen de la Universidad de Bonn (…) mantuvo una conducta de pequeñoburgués disoluto (..) una conocida carta de su padre le reclama que gasta más que los jóvenes millonarios (…) jamás trabajó o se acercó al proletariado (…) fue un bonvivant (…) embarazó a la criada de su suegra negándose a reconocer a su hijo (…) mientras tanto pregonaba la igualdad y soñaba con la dictadura del proletariado.” Por su parte Paul Laurent precisa “Desde Bartolomé de las Casas (que nunca llegó al Perú), existe por estas tierras una tradición de moralistas que no dudan en exigir justicia más allá de las consecuencias” (…) De su lado, Pablo Carreño escribe: “un caviar se puede definir gruesamente como un privilegiado de la izquierda, un pituco, un señorito, un afortunado de orígenes que, sin embargo, se siente abanderado de los humildes, de los pobres de pobreza material que, definitivamente, no son como él.” Y según Juan Antonio Bazán, “La guerra de los caviares tiene como fin último la conformación de un nuevo orden político en el Perú” mediante la Infowar “que implica hacer política a través del empleo de la prensa, para manipular la opinión pública, aniquilar la legitimidad del opositor o competidor político, influir en decisiones judiciales o hasta las congresales”; y asimismo el Lawfare, que es hacer política a través de los tribunales judiciales “para proscribir, perseguir, recluir, incluso provocarle la muerte al opositor (…) política de Estado disfrazada casi siempre como lucha contra la corrupción.” Parodiando a Harold Alva, los caviares “defienden lo indefendible, por eso continúan blindándose con sus cada día más deslucidos antis. Un caviar es un traidor, un débil aspiracional, un bufón acomodaticio. Un caviar nunca acusa, un caviar condena. Un caviar no organiza, un caviar complota.”

Los caviares se creen superiores porque son “honestos”, afirma Harold Alva. Polarizan el país entre “buenos y malos; dignos y corruptos”. Aunque llevaron al poder a Sagasti, y decidieron el triunfo de Castillo. Fueron ollantistas, ppkausas, vizcarristas, toledistas, pero se desentendieron de toda responsabilidad cuando a esos patrocinados suyos se les acusó de recibir millones de Odbrecht.

A criterio de este escriba, los caviares son una basura. La historia debe condenarles al ostracismo, y sus jerarcas merecen ser procesados por la Justicia como culpables del desastre al que, delictivamente, han conseguido llevar al Perú.