Tantas veces Keiko
El caso Cócteles parece haber embriagado al controvertido fiscal Pérez. A pesar del pronunciamiento del Tribunal Constitucional y la decisión del Poder Judicial de que el proceso regrese a una etapa intermedia, el fiscal persiste obsesivamente presentando una reciente acusación penal contra Keiko Fujimori por presunto lavado de activos agravado en organización criminal, solicitando esta vez 35 años de prisión.
Se ha vuelto una “tradición” que, cuando nos aproximamos a un nuevo proceso electoral, el poder caviar —financiado con recursos de ricos con alma muy pobre— active a sus pupilos, quienes, “formados” en sus aulas, parecieran haberse insertado en el sistema de justicia y la prensa solo para perseguir y destruir a sus adversarios.
Esto nos lleva a preguntarnos por qué tantas veces Keiko, no para enumerar las veces que Keiko Fujimori, haciendo uso de su legítimo derecho constitucional, postuló a la Presidencia de la República, sino para reflexionar sobre la politización de nuestro sistema de justicia al activar “oportunamente” investigaciones que nunca terminan y acusaciones sin el debido sustento, complementadas con la orquestada acción de un sector de la prensa que reiteradamente ha difundido tantas historias absurdas que nunca pudieron probar y que definitivamente han influido en los resultados de las últimas elecciones.
Ha sido muy raro el comportamiento de este sujeto en la Fiscalía. Definiendo sujeto, en sus diferentes acepciones, como alguien agarrado o sostenido por algo, entendiendo también que sujeto hace referencia a la persona, objeto o animal de quien se habla y que lleva a cabo una acción determinada.
El sujeto, en el llamado caso Cócteles, podría ser sinónimo de obsesión, mala leche, odio, ensañamiento.
Lamentablemente, la Fiscalía se ha involucrado en un cuento largo, plagado de maliciosas y perversas hipótesis motivadas por el odio y rencor contra el fujimorismo, con el objetivo de impedir que la hija de Alberto Fujimori llegue a Palacio de Gobierno.
La corrupción puesta en evidencia a partir de Odebrecht y el protagonismo de la Fiscalía junto al Poder Judicial en este sonado caso catapultó la popularidad de algunos fiscales y jueces. El tiempo viene demostrando que estos mismos personajes habrían sido permisivos con Odebrecht; en cambio, se mostraron carentes de objetividad e imparcialidad para acusar, juzgar y perseguir a los rivales de los poderosos caviares.
Si tuviéramos fiscales y jueces probos, correctos, diligentes y objetivos, nuestro sistema de justicia no habría colapsado.
En los últimos procesos electorales se han dicho tantas falsedades, tantas veces, que muchos, injustamente, aún consideran que Keiko Fujimori, sin gobernar, es la culpable de todo lo malo que pasa en nuestro país. La crisis en el Ministerio Público ha permitido que los peruanos estén comenzando a darse cuenta de que vivieron engañados durante mucho tiempo.
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