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Tantas veces Mistral

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Fecha Publicación: 28/10/2022 - 22:10
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Mujeres de valor es la costumbre permanente y mayoritaria que ha engendrado el planeta a través de la historia, superando con valía y genialidad notabilísima todos los obstáculos inimaginables. La absurda paridad que clasifica sin méritos algunas jerarquías, obstruye y limita la genialidad y la fuerza que ellas tienen para superar cualquier impedimento. Ciertamente, las mujeres son poseedoras de privilegios vitales que le han sido negados al hombre por vertical designio divino y son pioneras en el máximo esfuerzo emprendedor. Por tanto, nadie debe sentir envidia ni celo por la superioridad inspiracional que poseen. Y sirva este texto para testimoniar a una mujer sobresaliente que engalanó la contemporaneidad, abrillantó la virtud y reescribió la historia narrativa latinoamericana con peculiar maestría y una fuerza interpretativa como ninguna.
Gabriela Mistral, diplomática y profesora chilena, poetisa de raza continental y gloria inmarcesible de la rima chilena. Vanguardista y modernista en su máxima expresión, el sentimiento y belleza estética que reposaba en su composición eran dimensionalmente de estratósfera, sin límites. Delineaba con destreza los textos, imprimiendo riqueza argumental y fundamentando en ellos su pasado lleno de dolor, luto y adversidad. Fue una de las gigantes de la poesía latinoamericana, la pionera en lograr el Premio Nobel en 1945 en virtud al emocionalismo preclaro que externalizaba en sus composiciones. Su poesía fue traducida a varias lenguas como inglés, francés, italiano, alemán, y ha influido estructuralmente en la obra de muchos poetas latinoamericanos. Fue cónsul de Chile en América y Europa. Maestra y escritora con su obra cumbre “Sonetos de la muerte”, párrafos que engalanaron notablemente la narrativa lúgubre en esta parte del hemisferio. Su poesía fue entrañablemente relacionada con la muerte, como sombra constante, con estirpe personalísima e indelegable, y con un aserto estrictamente citadino. En sus obras expresó temas como el sufrimiento inquebrantable, así como inquietudes sociales que responden a su idealismo de justicia social y libertad.
En su testamento, estableció que el dinero producido por la venta de sus libros en Suramérica debía destinarse a la niñez desvalida de Montegrande, la tierra a la que amó desbordada y profundamente, lo que engrandece, claramente su memoria.
Ante tanta elocuencia femenina, Mahatma Ghandi decía: “Llamar a la mujer el sexo débil es una calumnia” y en ese sentido, ante la virtuosidad de la admirable Mistral, alegar ello, se constituye en un grave insulto universal.

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