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TC: Llegó la hora

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Fecha Publicación: 17/11/2020 - 20:30
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Ocurrió el mal mayor. En lugar de tragarnos el sapo de soportar a Vizcarra en la presidencia por unos ocho meses más, las protestas populares multitudinarias de la semana pasado no sólo se trajeron abajo en pocos días al gobierno de cartón que lo reemplazó sino que el camino se enlutó con dos muertes juveniles, más de un centenar de heridos y la vergüenza de ser el foco de preocupación de la comunidad internacional al punto que la OEA ha adelantado el envío al país de una misión de observación electoral para contribuir a asegurar la celebración de los comicios generales del 11 de abril próximo. Al pergeñar estas líneas, el inefable Congreso acaba de elegir a quien presidirá la Nación entre tanto y, por lo menos, se supera el desgobierno si Dios quiere.

Más allá de las demás causas que explican esta morbosa inestabilidad democrática e institucional se encuentra la fatídica aplicación de la causal de incapacidad moral permanente prevista por el artículo 113 de la Constitución. Hasta el año 2000, nuestra historia republicana registraba apenas tres casos de destitución de un jefe de Estado por dicho motivo y en los dos primeros no fue por locura o inmoralidad del Primer Mandatario sino por la fuerza de los votos y en el tercero por flagrante indignidad. En cambio, en los últimos cuatro años se han producido tres vacancias presidenciales (una por supuesta incapacidad moral y dos por renuncia a fin de evitar que sean destituidos por lo mismo) y no existe Estado Constitucional y Democrático de Derecho que aguante más esto. Es imperativo poner coto a la utilización discrecional e impune –por no decir dictatorial- que efectúa el Parlamento de esta causal.

Le toca al TC –que hace unos meses se corrió de hacerlo cautelarmente- colocar el urgente paralé. La verdad, ya cansa escuchar a tanto “constitucionalista” si la dichosa incapacidad es mental o moral cuando el Legislativo la usa al antojo de sus votos y de sus intereses subalternos. Señores magistrados, estamos esperando porque el Perú, en medio de la peor crisis, no se merece otra semana trágica como la pasada. ¡AMÉN!