Tenemos un Congreso de vergüenza
El Congreso, amigo lector, es un espectro hasta el momento absolutamente inservible para la democracia; aunque utilísimo para el comunismo/senderismo que, a velocidad de crucero, viene ejecutando el proyecto habanero y caraqueño que encarna Castillo.
Un Legislativo sin agenda ni propuestas; sin peso ni trascendencia; sin coraje, aunque con miedo. Mucho miedo. En síntesis, un lastre; más que un poder del Estado. Esto es lo que nos han dejado las leyes electorales y partidarias que le ordenase crear el felón Vizcarra a un tipejo, de apellido Tuesta. De manera pervertida, estas han conseguido finalmente poner en práctica el objeto de los caviares: acabar con el partido aprista y con el fujimorismo. Los únicos dos grupos políticos organizados y con experiencias de gobierno en este último medio siglo de nuestra historia republicana. No es poca cosa. Ambas agrupaciones han sido un baluarte anticomunista y antiterrorista en medio de un panorama desolador, en donde las izquierdas pactaron causa común con sendero luminoso, gracias al infeliz, corrupto Alejandro Toledo, quien claudicó ante los caviares cediéndoles la elaboración de un instrumento ideológico sumamente potente como fue la comisión de la verdad, mamotreto que reescribió toda la historia nacional desde la infausta revolución socialista de Velasco Alvarado hasta los años noventa, biblia en base a la cual el comunismo logró reacomodarse en el Perú. ¿Cómo? Aprovechando el respaldo que le concediera la CVR al victimizar a sus operadores armados (sendero y el mrta), haciéndoles figurar en la post verdad como víctimas de un Estado peruano antidemocrático, explotador, enemigo de los pobres; y encima, genocida, acusándole de haber asesinado a miles de luchadores sociales mal llamados terroristas. Mientras tanto, el Estado peruano representado por las dos fuerzas políticas que combatieron al terrorismo –simbolizadas por el Apra y el fujimorismo- pasaría a ser un verdugo. El criminal en serie que “aniquiló a miles de Robin Hoods criollos que se sublevaron para salvar a la indigente sociedad peruana, ante el maltrato de una oligarquía decidida a pisotear a los peruanos menesterosos de buena voluntad para adueñarse de las riquezas del país.” En síntesis, este es el mensaje de la CVR.
Por ello reiteramos. Sin un Congreso valiente, inteligente y cohesionado, decidido a ponerle freno al avance del comunismo/senderismo que encarnan Castillo y su clan extremista, Perú va camino directo al modelo venezolano de miseria, abusos, violación de los derechos individuales, pérdida de libertades, etc. ¡Está ocurriendo ante nuestros ojos, amable lector! ¡Y nadie hace ni dice nada! ¡Todos callan! Todos aguardan algún milagro, sin cooperar en la causa común que es vacar al maestrito impostado que nos conduce de las narices al despeñadero socialista fabricado por Chávez y Castro.
Un Congreso sin metas ni estrategias sólo le hace el juego al comunismo. Los caviares están muy activos asociándose a Castillo. Se sienten seguros con Mirtha Vásquez. Mientras tanto, Castillo se blinda cada vez más con la fiscal Zoraida Ávalos, a quien este Legislativo permite que defienda a quienes, como el presidente, pisotean el Estado de Derecho, las leyes y la Constitución.
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