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Tirando y hablando piedras

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Fecha Publicación: 31/05/2021 - 23:58
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Decidí el tema de este artículo el sábado último, al ver con preocupación la inexcusable violencia con que a plena luz del día y muchos testigos, actuaban en Arequipa algunos seguidores del candidato presidencial del partido del condenado ex gobernador regional de Junín, probado responsable de actos de corrupción en una obra pública de saneamiento (agua y desagüe) para los pobladores más humildes de La Oroya.
Y sucedió esta violencia en la ciudad de Arequipa, escogida para que el último domingo se realizara el único debate presidencial que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) pudo organizar en la segunda vuelta.
Arequipa, tierra de mis padres y de mis ancestros y escenario de mis más gratos recuerdos de niñez y adolescencia, así como de la intensa devoción a la Madre del Creador, a través de la advocación de la Virgen de Chapi, a quien mis mayores dedicaban anualmente sacrificadas peregrinaciones a su santuario desde el valle de Tambo. De esos recuerdos fluyen también ejemplos y testimonios de la valiente, altiva y cultivada actitud de personas de bien, contestatarios como mi antepasado el Dean Valdivia, pero jamás agresores ni cobardes, como lamentablemente se mostró el día sábado. Sin duda estas personas y sus actos no representan al pueblo arequipeño y temo que hasta sean sujetos trasladados de otros lugares como cuando en años recientes extorsionadores profesionales o “lentejeros” sembraban a los “espartambos”, forasteros encapuchados dedicados a hostigar a la población de Cocachacra y distritos aledaños de la provincia de Islay.
Pero no solo se arrojaron piedras que hirieron a personas que ejercían pacíficamente sus derechos políticos, sino que durante el debate, el candidato del ex gobernador condenado por corrupción dedicó el tiempo que tuvo asignado en el debate, para irse por las ramas y no tocar las materias previstas en cada módulo temático y, peor aún, para eludir las inquietudes planteadas en las preguntas ciudadanas que se les trasladaron a los participantes.
Lo más grave fue que las intervenciones del candidato estuvieron plagadas de sinsentidos, de contradicciones, además de balbuceos e incluso de sesgos machistas como aquello de que “los varones paran la olla”. Es decir, “habló piedras”, expresión que, según enseña Martha Hildebrandt, es consignada por el Diccionario de Americanismos (2010) para definir “decir necedades o cosas absurdas e incongruentes”.
Tan penoso desempeño, sin duda, obedece a la incómoda situación en la que se encuentra el candidato, obligado a negar, esconder o maquillar un plan de gobierno plagado de amenazas a las libertades y bienestar de los peruanos.

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