Toda la ley se cumple en una sola frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Queridos hermanos, estamos ante el domingo XIII del tiempo ordinario. La primera palabra de este domingo es del Libro de los Reyes: “El Señor dijo a Elías en el monte Horeb: “Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo”. Partió Elías de allí y encontró a Eliseo, quien se hallaba arando. Pasó Elías a su lado y le echó su manto encima. Entonces Eliseo abandonó los bueyes y echó a correr tras Elías, diciendo: “Déjame ir a despedir a mi padre y a mi madre y te seguiré”. Eliseo volvió atrás, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio. Con el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.”.
Hermanos, observemos el ejemplo de Eliseo, dejó todo por seguir el mandato de Jesús, sin temores o dudas. Te invito a sacrificar tu yo, tu dinero y encontrarás la felicidad. Respondemos a esta lectura con el Salmo 15: “Tú eres, Señor, el lote de mi heredad. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Tú eres mi Dios. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia”.
Para seguir a Jesús hace falta una cosa en específico, sacrificar los bienes. De esta manera, nos encontraremos frente a un bien mucho más grande, que no iguala su valor con ningún otro. Porque, queridos hermanos, no se puede servir a Dios y al dinero. La segunda lectura es de la carta de San Pablo a los Gálatas: “Para la libertad nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud. Hermanos, habéis sido llamados a la libertad; ahora bien, no utilicéis la libertad como estímulo para la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se cumple en una sola frase, que es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Cuidado, pues mordiéndoos y devorándoos unos a otros acabaréis por destruiros mutuamente”.
Esta Palabra nos invita a ser esclavos unos de otros por amor, sólo por esa razón podemos someternos y seremos felices. Por ello, la vida fraterna en comunidad es muy importante, el quererse y ayudarse entre unos y otros. San Lucas nos presenta en el Evangelio: “Entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: “Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?”. Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: “Te seguiré adondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.
Hermanos, Dios te invita hoy a reclinar la cabeza como lo hizo Jesucristo ante la cruz, a no dudar de su amor y dejar que se haga su voluntad en tu vida. No tenemos más verdad que esta. Si no dejamos el dinero atrás, nuestras seguridades ni redes afectivas no podremos seguir a Jesús. ¿Deseamos seguir a Jesús? Te invito a realizar sólo una cosa: ve, vende todo lo que posees, tendrás un gran tesoro en el Cielo y serás feliz. Esta es mi experiencia, dejé todo cuando encontré esta perla preciosa que es Jesucristo. Los invito a pasar por esta experiencia que nos dará la vida eterna. ¡Ánimo, hermanos, que Dios te quiere regalar la vida eterna! Que la bendición de Dios esté con vosotros.