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¡Todo vale!

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Fecha Publicación: 14/01/2020 - 22:00
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Estamos mal y a las autoridades les cuesta aceptarlo. No estoy en #modo drama, basta conocer las noticias de los pocos medios serios que aún quedan, y observar la calle. Por ello, no acepto que el BCR salga a decir que la economía tendrá una GRAN recuperación este verano, impulsada por la puesta en marcha de las obras de ampliación de Toquepala. Resulta poco profesional basar el crecimiento del país en un solo evento, en un único sector, absolutamente dependiente de factores exógenos de orden internacional y de algunas caprichosas ONG, más aún con la amenaza de fuertes lluvias, con 7 millones de peruanos en peligro y obras de prevención retrasadísimas. La minería es la principal actividad económica del Perú, pero el gobierno no hace los suficientes esfuerzos para atraer inversión, solo promete y se rasga las
vestiduras.

La Sunat también tiene aires triunfalistas. La recaudación logró un resultado positivo por eventos extraordinarios, no necesariamente por mérito de la Administración. Es muy fácil litigar y ganar cuando se hace una fuerte campaña mediática contra las “supuestas” deudoras, sin tener ningún conocimiento de los argumentos legales en juego. Simplemente se politiza la deuda y se hace picadillo a la reputación de las empresas. La opinión pública les bajó el dedo, jamás se van a atrever a fallar en contra. La repatriación de capitales aumentó la base imponible de los que siempre pagan, pero poco o nada se ha hecho para reducir ese 70% de informales, ese grupo inmenso de peruanos que, en palabras de Carlos Meléndez (Peru21 05/01720), “sienten que no le deben nada al Estado”.

En el 2019 la percepción del IGV se incrementó solo en 2.5%, pésimo resultado respecto del 2018, en el que creció en 9.6%. Como el afán recaudatorio siempre asfixia a los mismos, Aduanas ha eliminado el régimen de gradualidad que permitía reducir hasta en 95% la multa cuando se decidía pagar antes del inicio del procedimiento coactivo. A más inri, está exigiendo que se utilice el despacho anticipado, sin excepciones, bajo pena de multa de S/ 860, pues qué fácil les resulta cobrar sanciones que van engordando con intereses casi de usura. Para lidiar con los formales usan la artillería pesada, los informales son intocables, a pesar de que están en todas las esquinas, muy visibles, violando la ley minuto a minuto, pero nadie se atreve a meterse con ellos. Pareciera que el Estado careciera de legitimidad para ello.

En estos días de confusión y tímida esperanza política, en el Perú no solo impera el paradigma que convierte a los adversarios en enemigos, sino a los ciudadanos que cumplen sus obligaciones, en sospechosos permanentes. El sistema judicial es un instrumento para proteger o destruir. Si políticamente no conviene, se deja de perseguir a quienes han violado las leyes.

Como decía Oscar Wilde: “Solo hay algo peor que la injusticia, y es la justicia sin espada en la mano. Cuando lo correcto carece de poder, es malo”.