Tomemos iniciativas en tendencias energéticas

Desde el inicio del conflicto Ucrania-Rusia la tendencia energética hacia lo verde se ha desacelerado, la escasez de oferta de gas natural (GN) a bajo precio (proveniente de Rusia por gasoductos), que era el respaldo de continuidad de suministro, ha cambiado la orientación: las carboníferas han retornado, el cierre de nucleares se ha detenido, al GN le han llamado energía verde de transición y la prédica sobre el hidrógeno y amoníaco verde ha bajado en intensidad.
Con la llegada de Donald Trump al poder, la situación para las energías verdes se ha ensombrecido más aún, pues el mandatario republicano tiene sus preferencias por sus amigos y financistas hidrocarburíferos. En resumen, nos vamos por el tercer año de retroceso en una corriente mundial que se había acelerado desde el 2015 con la COP 21, donde se firmó el Acuerdo de París.
Como si fuera poco todo lo señalado, se han sumado en el primer semestre de este año los apagones totales en Chile y en España, que se han convertido en referentes para estigmatizar a las plantas solares. En nuestro país, que siempre hemos sido furgones de cola de las tendencias mundiales, nos ha encontrado en plena discusión legislativa y normativa sobre las energías renovables, y en la propagandización de la electromovilidad, el hidrógeno y el amoníaco verde que anunciaban billonarias inversiones, de credibilidad dudosa, pero que servían de titulares para la prensa económica y el gobierno.
El retraso de no ir a la par con tecnologías fuera de las tradicionales como la geotermia, la eólica marina y la termosolar, ha tenido mucho que ver con dos hechos: autoridades que no conocen el sector y la influencia en el Ejecutivo y Legislativo de los fósiles tradicionalistas.
Nuestra realidad actual es que las reservas de GN para uso interno son una limitante para las inversiones en nuevas termoeléctricas, por ser el horizonte de tan solo 15 años, pero tenemos un potencial eólico y solar de alto rendimiento en Marcona (región Ica) y en la región Moquegua.
Hay que aprovechar esta potencialidad de recursos renovables, respaldado por un mercado de servicios complementarios que hay que crearlo. No es suficiente ponerle reglas, sino ser imaginativos para promover inversiones. Tomemos la iniciativa en lugar de alinearnos con el retroceso de otras latitudes.

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