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Torres, compinche del golpista Castillo

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Fecha Publicación: 23/03/2023 - 23:00
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La certera frase "El crimen no paga" rige en todos lados. Menos en el Perú, y en aquellos países administrados por regímenes totalitarios, donde no existe la Justicia sino, apenas, algunos códigos impuestos por el mandamás de turno. O por justicieros directa/indirectamente digitados por presidentes tiránicos.

Este podría ser el caso de Aníbal Torres Vásquez, energúmeno encumbrado como despótico primer ministro abocado a enardecer a la población a través del odio de clases, mediante la prédica incendiaria de lucha social instrumentalizada a través de unos bodrios denominados "consejos descentralizados de ministros".

Estos actuaban como centros de instrucción para sublevar a las poblaciones de menores recursos de nuestro país, ante cualquier intento de derrocar a Pedro Castillo, sujeto plenamente marcado por la corrupción y dedicado a convertir al Perú en Venezuela ll.

Torres Vásquez fue –sigue siendo– el clásico matón del barrio, amparado en las canas que peina y en una inmunda verborrea pletórica de exacerbaciones racistas contra quien no pertenezca a su estirpe autóctona. Es el prototipo del fanfarrón, dedicado a incitar el resentimiento social a través de la arenga canalla, cargada de la más abyecta de las venganzas.

Un bilioso que súbita, delictiva, canallescamente alcanzó el ápice del poder, detrás de un cleptómano contumaz apellidado Castillo. Primitivo profesor, incapaz siquiera de leer y/o escribir coherentemente, a quien Torres siempre exacerbaba para multiplicar los efectos tóxicos de la propuesta totalitaria que intentó imponerle al Perú, honrando su indiscutible complicidad con el terrorismo abimaelista.

Créalo o no, amable lector, en los años noventa Aníbal Torres sirvió a Alberto Fujimori –de quien ahora despotrica- como interventor de la Universidad San Marcos, cuando Fujimori ordenó ocupar aquel centro de estudios pletórico de profesores admiradores de guzmán reinoso.

Torres, un sinvergüenza que en la década del noventa sirvió a Fujimori, el infausto 7/12/22 estuvo en una salita de palacio de gobierno junto al golpista, comunista, Pedro Castillo; la amiguita de este, Betssy Chávez; un camarógrafo y una redactora de canal 7 para, desde allí, lanzar por cadena nacional la proclama golpista de Castillo.

Esta incluía la clausura del Congreso, la captura del poder Judicial, Fiscalía, JNJ, el TC, etc., convirtiendo a todos en cómplices de un crimen constitucional conocido como "golpe de Estado".

Por si fuera poco, subrepticiamente acompañó a Castillo a fugar de palacio con su familia, rumbo a la embajada mexicana para solicitar asilo político. Seamos claros. ¡Castillo jamás pudo redactar ni siquiera el primer párrafo de aquel mensaje golpista! Es evidente, entonces, que detrás de Castillo estuvo la mano negra del camaleónico Torres, como autor intelectual.

Pero Torres –contrariamente a lo que le sucede a los ministros de su gabinete que, como él, participaron en ese aquelarre golpista del 7/12/22- extrañamente no está imputado por la Fiscalía como cómplice del frustrado golpe de Estado, y sigue paseándose como Pedro por su casa.

Inclusive, "por razones médicas" el juez ni siquiera dictó orden de prisión preventiva contra este compinche del ahora prisionero Castillo. ¿Otra muestra de que el crimen SÍ paga en el Perú?

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