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Trampas pisadas

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Fecha Publicación: 19/02/2022 - 22:50
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A lo largo de la semana precedente, la atención política se bifurcó entre el empeño del Gobierno por continuar hurgando en los prontuarios nombres para la cobertura de importantes plazas públicas, y la conducta dubitativa de un segmento de la oposición allanándose a los gestos falsamente conciliadores del oficialismo.

Constituye -a estas alturas de la administración de Pedro Castillo- un ejercicio masoquista detallar las miserias con las que el Ejecutivo abofetea cotidianamente la dignidad ciudadana. A despecho incluso de nuestra firme creencia en que no debemos normalizarlas siendo reiterativos con hacerlas más visibles. El sólo ejemplo de la violación sexual a una joven activista del partido Perú Libre, perpetrada por un próspero mecenas económico de la campaña de Castillo, y la infame protección que éste recibe hasta de un sobrino del Presidente para evitar el brazo de la justicia, debería ser motivo suficiente de una algarada popular que culmine en la defenestración de estos criminales.

Pero todo se convierte en reclamo inútil cuando cierta oposición opta, por intereses subalternos, a transitar los campos minados por Castillo y su banda. Una banda que tiene muy claro llegar a los comicios regionales y municipales con ofertas de redistribución presupuestaria para así proveerse de una base de poder descentralizada (“democráticamente elegida”, dirán al mejor estilo de Hugo Chávez) y darle un puntapié en el fundillo al Congreso.

La primera mina que explotó en la cara de esa oposición fue asumir que la “gobernabilidad” es patrimonio de ella y significa agachar la cabeza ante las iniciativas oficialistas, pues oponerse a las más descabelladas aproxima el riesgo reputacional de ser “obstruccionistas”. Tocados en sus variables culposas judeo-cristianas, prefieren exhibirse como hombres y mujeres pletóricos de sensatez sin exigirle a los de la plaza de Armas que sean los primeros en hacer conducente esa “gobernabilidad”.

La segunda mina es la derrota de la capacidad de persuasión para que no se asocie el mecanismo de la vacancia o destitución con el “golpismo”. Enunciado que es un invento de la alianza entre caviares y algunos medios de comunicación, pese a sus recientes ínfulas de ser criticones del gobierno. Apelar a una herramienta constitucional, polemizando sobre la misma en el foro que sea, jamás debió admitirse como búsqueda de irrupción castrense o antidemocrática. Menos hoy donde su necesidad se eleva como la espuma.

Y la tercera mina ha sido convencerse de que Castillo fue un ganador indiscutible de las elecciones con cuyas credenciales -pese a no haber logrado siquiera una relativa mayoría parlamentaria- tiene carta libre para imponer sus disparates o llenar la planilla del Estado con los activistas que rodean a Vladimir Cerrón. Una presidencia con mandato poco esclarecido requirió desde el inicio acciones y retórica de consenso. Castillo no hizo lo uno ni lo otro.

Estas y otras trampas pisadas por los opositores tibios hacen crecer -día a día- la impunidad del castillo-cerronismo así como de sus tontos útiles. La última mina será la fatal.

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