Transparencia siempre
La reciente Sentencia Plenaria del TC que autoriza la publicidad del controvertido Acuerdo de Beneficios y Colaboración Eficaz suscrito entre el Equipo Fiscal Especial del Caso Lava Jato y las empresas del corrupto Grupo Odebrecht, homologado y ejecutado judicialmente, es una gran noticia en beneficio del obligatorio control ciudadano sobre los actos del Estado, no pocas veces reacio a transparentar la gestión pública y a rendir cuentas como se debe. Vaya que ha tomado tiempo hacer público el polémico Acuerdo, y va todo el reconocimiento a quienes, a través de un laborioso proceso de habeas data, han logrado acabar con el secretismo, abriendo una información que, sin duda, calentará el debate político y legal.
Admitimos que apenas hemos empezado a ojear las primeras páginas de las casi dos mil que contiene el Acuerdo de marras, pero la sola posibilidad de acceder al mismo, que revela –aunque parcialmente– la mayor trama de corrupción público-privada de la era republicana, es un triunfo que, esperamos, a partir de esta nefasta experiencia, contribuya a que se corrijan y mejoren las políticas y estrategias para combatir y reprimir eficazmente la opacidad y la corrupción gubernamental, que termina robándole, año a año, miles de millones de soles a los peruanos. Visto lo que vemos, la frondosa legislación vigente en materia de transparencia y acceso a la información pública todavía adolece de más huecos que un queso gruyere.
La uniforme jurisprudencia del TC no puede ser más clara cuando declara que la “puesta en práctica del principio de transparencia coadyuva a combatir los índices de corrupción en el Estado y, al mismo tiempo, constituye una herramienta efectiva contra la impunidad del Poder, permitiendo que el pueblo tenga acceso a la forma como se ejerce la delegación del poder”. Más transparente ni el agua potable. Esto lo sentenció hace catorce años, cuando el país transitaba mejores tiempos y no el desastroso y oscuro desgobierno que hoy padece, donde a la niñez más vulnerable se le alimenta con conservas podridas que habrían provocado el asesinato del principal responsable para silenciarlo, o en el Parlamento Nacional se borran sospechosamente videos comprometedores de turbias andanzas. Por ello, a exigir hasta con terquedad más transparencia y rendición de cuentas, de capitán a paje, caiga quien caiga.
P.D.: Lamentamos la partida del gran Rafael Ruiz, el querido “La Sombra”, quien, con su bonhomía y una pequeña cámara fotográfica, fue y será historia viva de EXPRESO. Q.E.P.D.
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