Tren bioceánico: ¿Quién debe asumir su costo?
El valor de nuestras exportaciones tradicionales y no tradicionales con destino a países de Asia, especialmente China, con una participación de 37 % en el valor total exportado por Perú, continuará al alza, rompiendo este año los récords previos en el valor de exportaciones tradicionales y no tradicionales. Aunque en el caso de China, la brecha en el valor de ambas se mantendrá en similar proporción a la registrada en los últimos años, a la fecha es de 94 % en tradicionales (91 % de exportación de minerales) y 6 % del valor total en no tradicionales. La exportación de productos mineros (concentrados de cobre, zinc, mineral de hierro) son cargas masivas a granel que, por su configuración, tamaño de los cargamentos y ubicación geográfica, se embarcan por sus propios puertos o en terminales donde han habilitado la logística y equipamiento necesario de uso exclusivo para su embarque en naves graneleras en viaje directo a su puerto de destino, sin tener sentido económico, operativo ni beneficio alguno movilizarlas a Chancay para su reembarque a puertos chinos o de Asia. Tampoco requerirán utilizar un tren bioceánico hacia Chancay para su exportación.
El intercambio comercial entre Perú y Brasil no es significativo, siendo el de Brasil con China 18 veces mayor al nuestro con Brasil. La construcción del tren bioceánico conectando China con Brasil vía Chancay facilitaría el intercambio comercial entre China y Brasil y países vecinos, beneficiando mayormente a los importadores y exportadores chinos y brasileños; por lo tanto, correspondería al gobierno de China y Brasil asumir la inversión, construcción, financiación, así como sus riesgos y responsabilidades. El tren bioceánico será más que bienvenido, pero Perú no debe participar en la inversión en ninguno de sus tramos, ya sea Pucallpa-Acre, Pucallpa-Callao, Pucallpa-Chancay, ni hacia Rondonia o Santos.
Estos megaproyectos de ferrocarriles de largo alcance, atravesando un continente, son de alto riesgo, muy costosos y enfrentan contingencias ambientales, sociales, laborales, geográficas y culturales. Varios de ellos, bajo la Iniciativa de la Ruta de la Seda, han resultado fallidos o inconclusos, con incremento de costos, falta de transparencia y sin alcanzar los impactos ni beneficios proyectados al país ni a su población, convirtiéndose en deudas impagables para los países subdesarrollados, con China como mayor acreedor de estas deudas. Ejemplos sobran.
Por Javier Pedro Labarthe Fernandini
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