¡Triunfó el Estado de derecho!
En toda sociedad democrática, la Constitución, las leyes y el Estado de derecho prevalecen sobre cualquier interés; sean particulares, gremiales o lo que fuere. El poder Legislativo esta facultado para remover de sus cargos a todos los funcionarios públicos pertenecientes a los más diversos espacios estatales. ¡Inclusive, al propio jefe de Estado! Lo permite, expresamente, la Constitución. Sin embargo, ese poder cloaquero –los caviares, surgido desde inicios de este siglo en un país hoy dominado por esta mafia, con ideales extranjerizantes, bien remunerada por las más grandes, inescrupulosas y millonarias fundaciones (Ford, Rothschild, etc.)– se considera por encima de la Constitución, como endiosado superpoder facultado por los dioses del Olimpo en reconocimiento a su sabiduría y moralidad. Atributos inventados por ellos mismos, como arma para imponerse ante la ley; inclusive, la Constitución del Perú. ¡Pues suficiente ya, señoritos caviares! La trampa, igual que la mentira, en este valle de lágrimas tienen patas –es decir, vida– cortísimas. Esa imagen todopoderosa que ustedes se han erigido a lo largo de un cuarto del siglo de imperio, para asfixiar al Estado peruano imponiéndose gracias a los recursos multimillonarios que captan de megaoenegés foráneas y destinan a comprar voluntades de autoridades; contratar a periodistas y someter a empresarios nacionales para imponer al “neo peruano” teorías alambicadas, transformadoras de mentalidades en sociedades frágiles como la nuestra; revividas poco a poco ante al peso de la verdad y al despertar de una generación que nunca fue subnormal, sino intoxicada por aquellas falsarias teorías que ustedes, los caviares, le hicieron creer a tanto iluso, con engaños envueltos en oros y mirras (dólares y falacias) traídos del extranjero.
Inmersos en ese insoportable lenguaje sofisticado que identifica a la etnia caviar, esta pretende imponernos una inexistente superioridad moral atribuida, en parte, al adoctrinamiento que Stalin impartiera a los padres fundadores de esa subideología, para que expandiera por el mundo entero –comenzando por aquellos países menesterosos e incultos como el nuestro– el “Neo Testamento” comunista, ahora trajeado de buenista y sofisticadamente culto. Pero, insistimos, la mentira tiene patas cortas. Y la credibilidad en esa insoportable secta caviar cleptómana, falsaria y prepotente hoy está a punto muerto en el Perú. Tendrán la simpatía de ciertos sujetos siempre serviles, gracias a la propina y demás compensaciones –sobre todo en puestos en el Estado– que les ofrecen, en pago para seguir tratando de imponer sus teorías falsarias y así continuar acopiando poder y, consecuentemente, mando tras tanto gobierno frágil pro caviar, permaneciendo siempre a la retaguardia para manipular los verdaderos hilos del gobierno.
Evidentemente haber perdido el control absoluto de la Junta Nacional de Justicia (JNJ), para la estirpe caviar significa un retroceso fortísimo. Porque, a través de ella mantenían el dominio de la Fiscalía y el poder Judicial, desde donde, a base de extorsionar a quienes gobiernan, chantajeaba a medio país. ¡Comenzando por todas las altas autoridades del Estado! Enhorabuena señores congresistas que votaron a la altura de las circunstancias, haciéndole un gran servicio al país. ¡Mérito por ello!
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