Trump delineó su gestión
El triunfo electoral de Donald Trump es la primera luz al final del túnel, tras la terrible crisis mundial que, a lo largo de estas últimas décadas, está generando la progresía universal empeñada en transformar al planeta en un espacio de enfrentamientos sin solución. Joseph Biden, el ahora exmandatario norteamericano, sirvió de acelerador para la causa caviar, empeñada en influenciar a los gobernantes democráticos del mundo occidental, hasta convertirlos en solapados dictadores socialistas orientados a conformar un bloque internacional, cuya bicefalia la compartirán China y Rusia. A lo largo de estos últimos cuatro años, los Estados Unidos de América han venido soportando una inimaginable y profundísima corrosión de sus otrora todopoderosos sistemas democrático, judiciales y económicos. Factor enervante ha sido la brutal inmigración –fundamentalmente de latinoamericanos– calculada en muchos millones de personas que han anidado en la tierra del Tío Sam, convertidas sendas de ellas en ciudadanos norteamericanos, gracias a la caótica política falsaria/desinformativa que inició el régimen Biden. Este quebró el orden establecido –sobre bases de plena independencia y protección a su ciudadanía– implantado por los padres fundadores de aquel país. Efectivamente, Biden no solo permitió abrir las fronteras, sino politizar la Justicia, ambas iniciativas impuestas por la izquierda para perforar las bases en las que se sustenta esta gran nación.
Analicemos los orígenes de las elecciones que, por segunda vez –tras un interregno de cuatro años– llevaron a Trump a la Casa Blanca. Entre enero de 2021 y 2025, Biden gobernó con las izquierdas norteamericanas, con bastante malos resultados. Desde mediados del año pasado, la prensa progresista norteamericana inició una colosal campaña promoviendo la reelección de Biden. Meses después fue el primer debate electoral, y el candidato Biden quedó por los suelos. La mafia caviar americana no tuvo reparos en desmontarlo y patrocinar a alguien más a la izquierda, como Kamala Harris. Esta agudizó hasta el extremismo durante su campaña electoral, y terminó perdiendo ante Trump; no obstante que todo el establishment progresista se abocó a destripar políticamente al candidato republicano. Sin embargo, la gran mayoría del pueblo hizo lo opuesto. El veredicto desembocó en la colosal toma de mando que hubo el lunes para investir como presidente número 47 a Donald J. Trump. Por cierto, durante cuatro años –hasta 2021– antes Trump había sido el presidente número 45 de EE. UU. Solo dos expresidentes han conseguido ser reelectos tras completar su primer período de cuatro años; antes solo lo había logrado Grover Cleveland en 1888.
Corolario. Finalmente, las ONG tiemblan ante el muro que deberán pasar para iniciar la cola ante los consejeros del presidente Trump, quien no guarda simpatías por las transformaciones sociales que persiguen las ONG. Tanto que, entre sus primeras medidas, acaba de sentenciar que en EE. UU. solo existen dos géneros: masculino y femenino, contraviniendo esa monserga antinatural de la multisexualidad. También ha prohibido la indiscriminada inmigración extranjera y el Lawfare practicado por varios fiscales y jueces norteamericanos; y promete favorecer a la industria, enviar hombres a Marte, recuperar el Canal de Panamá, etc.
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