Trump, el Incendiario
Trump es un político flamígero, agresivo, a veces devastadoramente conflictivo.
Así se proyecta en el manejo de la crisis provocada por el asesinato de George Floyd, ciudadano afroamericano acogotado por una brigada de delincuentes con uniforme policial.
Ante ese homicidio, filmado y transmitido cientos de veces en televisión, eran previsibles manifestaciones de protesta contra excesos represivos y prácticas racistas.
Si el presidente respondía con tino, repudiando el crimen, demandando sanción a los responsables y exigiendo capacitar a las fuerzas del orden en derechos humanos, seguramente hubieran sido menores los episodios de violencia, incendios y saqueos que han conmocionado Estados Unidos.
Sin embargo, Trump echó mas leña al fuego cuando, al culminar una conferencia de prensa, amenazó desplegar al Ejército para imponer orden, trasladándose a pie de la Casa Blanca a la histórica iglesia episcopal de Saint John, con el propósito de fotografiarse en la puerta del templo con una biblia en la mano.
Ese acto hubiera proyectado una imagen positiva del mandatario si la policía no hubiera desalojado, minutos antes, con bombas lacrimógenas, a pacíficos manifestantes que circundaban la zona.
A tal punto fue desafortunado Trump que el Obispo de la diócesis rechazó que utilizara un lugar y símbolos religiosos para hacer política, y el propio Secretario de Defensa, Mark Sper, manifestó no apoyar su iniciativa de emplear a militares para controlar los desórdenes, mientras que su antecesor, Jim Mattis, lo acusó de “abuso del poder” y de violar la Constitución.
La personalidad autoritaria del mandatario se agudiza en tiempos de campaña electoral. En 2016, en efecto, acusó al entonces presidente Barack Obama y a la candidata demócrata Hillary Clinton de fundar el Estado Islámico o grupo terrorista ISIS, grabar conversaciones y participar en actos de espionaje con apoyo ruso. Hace tres meses hizo una llamada telefónica al presidente de Ucrania, para ofrecerle ayuda económica, solicitándole en paralelo investigar a Hunter Biden, hijo del candidato presidencial del Partido Demócrata, sobre su participación en el directorio de una empresa que explota reservas gasíferas de ese país de la ex Unión Soviética.
Sin duda estos meses han sido fatales para la aspiración reeleccionista del mandatario, no solo por los hechos referidos, sino porque ha agudizado su confrontación con China, Rusia, Irán y Turquia, al mismo tiempo que ha conflictuado con sus socios europeos para suscribir nuevos acuerdos comerciales, además de acusarlos públicamente de no cumplir con pagar sus cuotas a la OTAN.
Lo peor para Trump ha sido que las grandes fortalezas que podía exhibir para ganar los comicios de noviembre ( el mayor crecimiento económico y de empleo de las últimas décadas) se están desmoronando a consecuencia de una pandemia que hasta ayer había matado más de 105 mil norteamericanos, contraído la economía un 4.8% y dejado sin trabajo a 21 millones de estadounidenses, la cifra más alta que se registra desde la gran depresión de los años treinta del siglo pasado.