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Ucrania al rojo vivo

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Fecha Publicación: 13/02/2022 - 22:48
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Los conflictos armados se producen muchas veces a espaldas de las legítimas aspiraciones de los pueblos que buscan la paz y el bienestar. Y son las guerras el cruel resultado de errores de los políticos. Por lo general tan gruesos, que ni la diplomacia más activa los pueden evitar.

Mientras más grandes son estos desaciertos, mayor es la propaganda para encubrirlos. En este empeño tienen indudablemente mayor ventaja quienes pueden atribuirse una victoria, aunque sea parcial. Esto sucedió en la Segunda Guerra Mundial en la que se llegó al extremo de que países capitalistas –que propiciaban una economía liberal- pactaran con los ultras comunistas de la Unión Soviética, para arrollar a los países conservadores regidos por una derecha anticomunista.

Las consecuencias no se hicieron esperar. A los 60 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial, se sumaron varios millones más en Corea, Vietnam y otros escenarios. En tanto que el desarrollo del mundo occidental se vio jaqueado por la Guerra Fría.

Lo anterior es importante para comprender el actual conflicto por Ucrania. Este país no es parte de la Unión Europea ni de la OTAN. Más bien ha integrado las fuerzas soviéticas y millones de ucranianos murieron en la Segunda Guerra Mundial combatiendo a naciones europeas.

Pero –para buena o mala suerte- hoy por territorio de Ucrania pasa gran parte del abastecimiento energético de Europa. La actual escalación del conflicto no tiene origen ideológico, ni se habla del peligro comunista, sino detrás de todo ello se evidencia una disputa por el control de la energía.

Esto es fundamental ante los desequilibrios económicos producidos a raíz de la pandemia, en los que los Estados Unidos de América y Europa están amenazados por una inflación galopante. Así como también por un eventual quiebre en el sistema financiero que podría tener su origen en China, según lo ha advertido Marcel Fratzscher, presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica y docente de macroeconomía en la prestigiosa universidad Humboldt. En ese escenario el precio de combustibles fósiles –que se ha duplicado- juega un factor importante.

Alemania se ha vuelto interdependiente de Rusia en el tema energético. La balanza de pagos está equilibrada al exportar los alemanes productos industrializados por un valor equivalente a la compra de gas ruso. Esto se ha acentuado por otro error cometido por la Administración Merkel, que decidió prescindir de la energía atómica. Algo políticamente explicable ante el avance en las encuestas del Partido Verde, pero para los entendidos, resulta una ironía, en razón de que en territorio alemán están emplazadas armas atómicas.

Los EE.UU. advierten con sanciones económicas a Rusia. Aun cuando estas, en otras ocasiones, nunca han servido para hacer retroceder a intereses rusos. Rusia ha desplazado mas de cien mil soldados, así como importante armamento cerca a la frontera con Ucrania, y Putin advierte que no tolerará una expansión de Occidente (léase OTAN).

Además, se sabe que las “sanciones” que proponen los EE.UU. para Rusia son en realidad un castigo para Alemania más que para Rusia. En razón de que ellas están centradas en enterrar el proyecto de la línea alternativa de suministro de gas llamado Nord Stream 2. Así como a bloquear el sistema de pagos Swift, que interrumpiría el intercambio entre Alemania y Rusia.

A ello se suma la enorme presión para que Alemania intervenga en el conflicto con armas y soldados. Alemania, por razones históricas, se niega. Más bien apuestan por la diplomacia. En estos días el jefe del Gobierno alemán se desplazó a los EE.UU., además preside una Conferencia en Berlín en la que intervienen varias partes involucradas en el conflicto, y viaja a Moscú. Paralelamente la joven ministra de Relaciones Exteriores alemana estuvo en Ucrania y se mostró con casco y chaleco antibalas ante los medios.

Europa está desplegando su mayor esfuerzo diplomático. Los que vivimos en el Viejo Continente hemos visto la destrucción que han causado las guerras en territorios europeos, por intereses manejados fuera del continente.

En el Perú, cuya economía depende mayormente de sus exportaciones, parece que aún no se están estudiando los diversos escenarios en que pueda desarrollarse este conflicto.

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