Un buen gobierno
No es la derecha tradicional mercantilista, y se encarama sobre las ruinas del socialismo del siglo XXI, es una versión distinta de derecha. El socialismo fracasó, tanto que dejó de ser una propuesta social para convertirse en un sistema de control. Es la hipervigilancia de Orwell en 1984: “Despiertos o dormidos, trabajando o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la cama, no había escape. Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo”. Castrismo, chavismo, globalismo, da igual.
La nueva derecha es reactiva al pasado, “anticastas” en la Argentina de Milei y “antimaras” en El Salvador de Bukele. La libertad económica como una vuelta a la prosperidad bajo las reglas de Alberdi y el orden sin el largo menudeo de planes que no llevan a nada, respectivamente. Milei propone refundar un país que era populista oligárquico. Bukele lo refunda desde el orden. Muestra que la seguridad ciudadana real se consigue con decisión política. Ambos le han cambiado el rostro a la derecha, tanto que un libertario y un izquierdista se asumen implícitamente dentro de esa derecha a la que otros niegan como Pedro, una que se reúne con Trump y abraza la libertad con orden dentro de un mundo canalla al que no temen retar.
Es una nueva cultura política para entender el poder desde el pragmatismo y el fundillo de acero. “Lo útil es bueno” de Bentham es aplicar lo que funciona y desechar lo que nunca funcionó y hacerlo valientemente. Frente al lumpen político y al criminal, el voto popular. Qué tal un binomio que represente ambas formas de hacer política en el Perú, desde la honestidad y la democracia. Una alianza, un líder o un programa que nos convenza que se puede desregular toda la carga burocrática, derogando los miles de leyes y decretos antiliberales que contravienen el esquema de crecimiento alcanzado con el régimen económico de la Constitución. Para completar, un programa de acción que elabore un régimen legal, policial, fiscal, judicial y penitenciario de terrorismo urbano. Gobierno tras gobierno siempre un plan, el Perú es un laboratorio de intenciones.
Ningún mercado logra sus objetivos bajo pánico, nadie invierte a altos costos, nadie abre una tienda con un municipal en la puerta o un bandido en la sombra. Libertad es orden porque el peor enemigo de la libertad es siempre el miedo.
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