Un cardenal letalmente ideologizado
La grosera intervención en la política del clérigo Pedro Barreto –quien gracias a la izquierda obtuvo el título de cardenal del Perú- revela la decadencia a la que ha llegado esta estirpe de curas, que persevera en utilizar a la Iglesia Católica como partido político para influir en los gobiernos de nuestro país. Barreto tiene el desparpajo de hablar sobre la renuncia de la presidente Dina Boluarte, como si hablase de alguna materia vinculada a la religión. Porque como cardenal que depende del Papa -que formalmente preside el Estado Vaticano; y por tanto, es la única autoridad de la Iglesia Católica autorizada para referirse a asuntos de Estado, respecto a otra nación- Barreto NO está autorizado para pronunciarse respecto a estos menesteres. Además, Barreto se convierte en analista político divagando sobre aspectos que no son de su incumbencia, y que significan una intolerable intromisión -y toma de posiciones- que no se concilian con el cargo que ejerce. Leamos algunas de las impertinencias reveladas por él, al siempre bien informado portal de Infobae: “A mí me preocupa el motivo de la renuncia del ministro de Trabajo (se refiere al exministro Eduardo García, simpatizante del grupo que integra la congresista Sigrid Tesoro Bazán, una ex militante del Partido Socialista que había fundado Javier Diez Canseco). Cuarenta y cinco muertos (…) Por otra parte, yo estoy viendo cómo la población quiere trabajar. No es que esté en contra de lo que está solicitando, pero mayoritariamente la conducción del país, a través de la presidenta Boluarte, lamentablemente ha tenido signos de muerte y de represión, que no conducen al bien común.”
El purpurado Barreto acusa: “lamentablemente la presidente ha tenido signos de muerte.” ¡Una imputación inconcebible para un mitrado de Roma! Con semejante agravio Barreto no solamente ofende a Dina Boluarte, quien preside el Perú, sino agravia al pueblo que la eligió para ejercer la vicepresidencia del país en la plancha que lideraba Pedro Castillo. Seguramente para el prelado Barreto, Castillo Terrones fue un extraordinario presidente demócrata, a quien soterradamente él visitaba en palacio. No aquel mitómano, corrompido y traidor que ofreció regalarle territorio peruano a Bolivia.
Ahí no quedaría el sacerdote Barreto. Él considera que “hay que oír el clamor popular”, refiriéndose al ucase de renuncia a la presidente Boluarte lanzado por las izquierdas. ¡De comunista a caviar! “Hay una indignación generalizada por las muertes (…) por la represión indiscriminada que ha producido cuarenta y cinco muertos (…) muchos de ellos jóvenes (…)”. De paso dijo: “hay un policía quemado vivo en Puno. Entonces, creo que es una situación muy convulsa y uno de los aspectos es la posibilidad de que (la presidente Boluarte) no solo pida perdón, sino que se ponga a disposición de la Constitución renunciando.” Eso, amables lectores, rebasa todo límite de injerencia de un cura en la política peruana. No por situarse en la izquierda, simpatizando hasta con el terrrorismo, un eclesiástico tiene derecho a entrometerse en la política de la manera en que lo hace este sacerdote investido de cardenal del Perú.