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¡Un daño irreparable!

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Fecha Publicación: 20/10/2020 - 22:00
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El festín de las obras inútiles licitadas por Toledo y Humala –y ejecutadas por la dupla PPK/Vizcarra- duplica largamente en valor a los proyectos de auténtica prioridad que necesita nuestro país. Centrémonos en tres elefantes blancos que, en conjunto, le han costado al país alrededor de US$21,000 millones. Y, sin pecar de exagerados, el Perú habría podido progresar -y el ciudadano tener una mucho mejor calidad de vida- si no se hubiesen licitado. Más aún ejecutado. Hablamos de refinería Talara, las carreteras IIRSA y al Gasoducto del Sur. La refinería de marras no era necesaria, pues el país se abastece perfectamente de los combustibles que produce la anterior planta de refine de Petroperú, también situada en Talara, sumados a la capacidad de la planta refinadora de Repsol en Ventanilla, compensando el faltante con importaciones de hidrocarburos realizadas por empresas especializadas. Todavía hay más. El refine de petróleo se ha convertido en una suerte de servicio sumamente especializado, que le permite a los usuarios reducir significativamente costos a través de la eficacia que han adquirido los consorcios refinadores instalados en territorios estratégicos de todos los continentes. Así que resulta muchísimo más barato importar hidrocarburos refinados, prestos para transportar, almacenar y distribuir, en vez de adquirir crudo de petróleo para refinarlo –ineficientemente, como marca esa innata característica de Petroperú- a un costo quizá tres veces mayor al refine internacional. Así que por donde se le mire estamos ante un elefante blanco –la refinería Talara- que le costará al Estado la friolera de US$6,000 millones. ¡Con esa cifra Perú pudo haber solventado el atávico déficit que arrastra en Salud Pública o en Educación! Pero claro, la corrupción puede más que cualquier fuerza en este país. Como quedó retratada, de manera esperpéntica pero realista, a raíz de los asaltos a mano armada operados por gobernantes tramposos e inmorales. Nos referimos a los tres ex mandatarios que se prestaron a dilapidar miles de millones de dólares en proyectos innecesarios, sobredimensionados -aparte de corrompidos- y a extraer de semejante asalto presupuestal cientos de millones de dólares para sus propios bolsillos.

Por cierto, en relación con las cifras que se han invertido es evidente que las carreteras interoceánicas jamás serán rentables para el Perú. Si agregamos a aquel monumental gasto los componentes agrícolas, industriales, mineros, etc., significa que con el precio de las materias primas y/o los productos finales transportados por esas vías -para ser consumidos por los peruanos; o inclusive si pretendiésemos exportarlos- nunca podrá compensársele al Estado por la inversión que ha realizado.

El corolario es que la voracidad de los contratistas para embutirle obras faraónicas a países como el nuestro –pobres y gobernados por gente fácilmente corruptible, que se desquicia frente a presupuestos siderales, como los US$21,000 millones quemados en estos tres mamotretos paquidérmicos- constituye la génesis de esta mega corrupción enseñoreada desde inicios de siglo. Aquello no sólo ha empobrecido miserablemente al Perú, sino que ha volado en pedazos la confianza ciudadana en sus autoridades y, asimismo, debilitado la esperanza en su viabilidad como país. ¡Un daño irreparable!