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Un discurso sin filo

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La ira de los ilegales.
Fecha Publicación: 01/08/2023 - 21:50
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El extenso discurso de la presidenta Boluarte (72 páginas de reporte al país) reflejaría que la única opción del gobierno en el horizonte sería mantenerse en piloto automático para sobrevivir hasta el 2026. Más de tres horas para enunciar una avalancha de promesas que tendrá que convertir en realidad si quiere evitar que la trituren políticamente, ante una probable incapacidad de gestión que las haga realidad.
Un primer aspecto que llamó nuestra atención fue la perspectiva social del discurso.

Pedir perdón nuevamente por las muertes ocurridas a fines del año pasado y anunciar una celebración histórica con dimensiones latinoamericanas del Bicentenario el 9 de diciembre de 2024, mayores inversiones públicas en programas del ministerio de inclusión y desarrollo social (parecería convertirse en el nuevo ministerio de la Presidencia), así como solicitar facultades legislativas para fortalecer a las fuerzas policiales que deben combatir delincuencia y criminalidad, suena a “circo, pan y orden público”. Sus críticos dirían que este gobierno muestra cada día más su versión autoritaria y populista.

Un segundo aspecto fue la perspectiva económica. El énfasis puesto en inversiones públicas de infraestructura (en especial bajo el modelo de destrabe que generó su ex colaboradora Rosa Gutiérrez en el sector salud, donde pudo reactivar más de 19 centros hospitalarios y equipamiento en cerca de 15 regiones del país), así como el anuncio de alianzas público privadas, nos recordó a la candidata Fujimori en el último debate de la segunda vuelta en Arequipa, ofreciendo una lluvia de inversiones sin mencionar cómo serían financiadas con el presupuesto público, y cómo serían implementadas con eficiencia evitando la corrupción.

Todos estos anuncios de reactivación, sin embargo, estuvieron marcados por una lógica reactiva. Ello explicaría el modo “atendiendo desastres” que nos traería el próximo fenómeno de El Niño, donde brilla por su ausencia una lógica de evitarlos. ¿Volveremos a contar más muertos?

Un tercer aspecto fue la perspectiva política del discurso. El anuncio del relanzamiento de un Acuerdo Nacional ampliado, con mayor presencia de sociedad civil organizada y gremios empresariales, así como poner nuevamente en la agenda país el tema de la bicameralidad (elección por distrito uninominal para la Cámara de Diputados y elección por distrito nacional único para el Senado) suena como música para los oídos de muchos electores y partidos políticos en formación, pero sin duda tendrá un largo camino en el debate legislativo hasta que sean una realidad.

En síntesis, un discurso sin filo, cargado de retórica, pero sin hojas de ruta claras sobre el cómo harán que sucedan las cosas. Una lectura plagada de buenos deseos e intenciones, pero dejándonos la sensación de un discurso político vaciado de contenido. Demasiadas palabras que, finalmente, no dicen nada nuevo, salvo el clarísimo deseo gubernamental de seguir sobreviviendo hasta 2026, cueste lo que cueste a todos los peruanos.

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