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Un fracaso más, sí importa

Fecha Publicación: 04/12/2024 - 21:40
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El derrotismo nos lleva directamente a un doble fracaso, y digo doble porque una cosa es fracasar en el intento porque tienes todo en contra, y otra cosa es fracasar teniendo todo a tu favor.
Ciertamente, una mirada a la coyuntura económica y política del país invita de inmediato a la desesperanza. La desconfianza ciudadana en todas y cada una de sus instituciones, la deslegitimación de la política como método para la convivencia ciudadana y solución de problemas, la corrupción generalizada, incluyendo en aquellas esferas de acción diseñadas –por lo menos en teoría– para luchar contra la corrupción, como son la policía, el ministerio público y el poder judicial; la economía, estancada en una dinámica de bajo crecimiento que ni crea empleos de calidad ni genera bienestar; los servicios públicos básicos, condenados a seguir siendo meras estadísticas de “brechas” entre lo que se necesita y lo que el Estado burocrático y disfuncional es capaz de proveer, etc., etc., etc.
Y, sin embargo, una mirada de más largo aliento nos dice que el futuro no tiene por qué ser una triste extrapolación de la última década. En efecto, un interesante trabajo del Banco Mundial acerca del futuro de la economía peruana nos dice que, si logramos resolver ciertos temas de carácter estructural –educación, infraestructura, informalidad y eliminación de rigideces burocráticas y en materia laboral– entonces la economía podría volver a crecer a tasas reales de 5 % anual y que, en apenas 16 años, podríamos por fin escapar de la trampa de los ingresos medios y alcanzar el tan deseado estatus de “economía de altos ingresos”.
Si, en vez de eso, ponemos el pie en el acelerador y nos volvemos a obsesionar con el crecimiento alto y sostenido, podríamos crecer a tasas de 7 % y alcanzar hacia el 2040 un ingreso por persona, en términos de paridad del poder de compra, similar al que tienen hoy España, Corea del Sur y Japón (48 455 dólares).
La demografía, que nos permite todavía unos 15 años de “bono poblacional”; el entorno geopolítico, donde la tensión China-Estados Unidos por la supremacía económica mundial nos encuentra situados estratégicamente a mitad de camino; la valoración de nuestros recursos naturales, en particular de metales claves para la transición energética (cobre, oro, litio); y hasta nuestro atraso relativo en infraestructura y tecnología se convierten en ventajas en este entorno.
Por eso los invito a no permitir que nos derrote el pesimismo. Que nuestros reclamos sean un incentivo para el cambio. Que sea una toma de conciencia del enorme potencial que tenemos como país. Finalmente, que sea el incentivo que necesitamos para comenzar ya la enorme tarea de construir por fin un Perú moderno.

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