Un gobierno de payasos
Esa payasada de los consejos de ministros descentralizados es una estrategia -posiblemente diseñada por el embajador de Cuba en Perú- para generar fuegos artificiales, bañados de galácticas cantidades de populismo. Es decir, expectativas que quedarán viciadas por la incapacidad del régimen comunista, que después producirán frustraciones entre el pueblo, desengaño del cual el gobierno culpará al Congreso para seguir agitando la bandera inconstitucional de la clausura de este poder del Estado. Por cierto, ninguna de las iniciativas debatidas en aquellos “consejos de ministros regionales” constituyen temas trascendentes para la nación. Están dedicados a generar la imagen de que el gobierno trabaja, cuando la ciudadanía es testigo, a través de la transmisión en directo de los mismos, de que se trata de espectáculos populacheros, dignos de coliseos de pueblo, sin interés alguno por solucionar los grandes problemas nacionales.
Esta nadería ya ha pasado a la categoría de estafa, pues el gobierno gasta alrededor de S/ 750,000 en cada una de estas reuniones únicamente para atender el desplazamiento de los ministros y la fanfarria que remite Lima, incluyendo a las portátiles dedicadas a vivar al Castillo, Torres y a algún otro ministro aspirante a reemplazar al actual premier. En medio de ello, el “gobierno” desperdicia centenares de horas -sumando el tiempo consumido por cada ministro asistiendo a tales jaranas regionales- que también pagan los contribuyentes. Asimismo, la burocracia se paraliza para ver y escuchar lo que hacen y dicen los gerifaltes de este gobierno comunista, a la espera del próximo despido de algún viceministro, director, jefe o lo que fuera de las diferentes reparticiones estatales.
Entre tanto en los despachos ministeriales, en la PCM y/o en el propio despacho de la presidencia agonizan decenas de proyectos de ley presentados por Castillo, porque su gobierno no puede ni le interesa reglamentarlos. También hay leyes aprobadas por el Congreso y promulgadas por el Ejecutivo que después este gobierno incumple, reglamentándolas tarde, mal y nunca. Asimismo, está esta telaraña que ha tejido el comunista Castillo alrededor del universo de bonos creados por su régimen, bonos que cuestan al país decenas de miles de soles cuyo desembolso se hace sólo cuando hay algún ingreso fiscal para atenderlos, provocando frustraciones entre la sociedad que, al final del día, el Ejecutivo se las endosa al Congreso. Finalmente están los proyectos de ley para la platea; como asegurar que todos los funcionarios públicos que viajen al extranjero lo harán en clase turista; aunque al tiempo de firmarlos el presidente condicionó aquello a que los altos funcionarios sigan haciéndolo en primera clase.
Pedro Castillo está generándole un daño colosal al Perú. Como tal, no debe ni puede continuar gestionando, de manera tan infame, el Estado. Razones sobran. Su absoluta incultura, falta de sindéresis, inexistente capacidad de acción; apego mitómano. En resumen, su destrucción del aparato estatal, y con ello del Estado de Derecho. Sumado aquello a su costumbre de trampear sendos proyectos de ley, alterando su espíritu inicial. Aunque, por encima de todo, debido al aura de corrupción que transpira Pedro Castillo, ¡Vacancia ya!
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