Un impresentable juez de Puno
El caso de Carlos Alberto Guillén Moreau —venezolano de 19 años que escapó del centro juvenil Maranguita, luego participó en un asalto con armas en Huaral— es un grave escándalo. Resulta que un “juez” ha permitido su retorno al mismísimo centro de reclusión juvenil de donde fugó, siendo ahora mayor de edad y reincidente en el crimen.
Guillén fue recapturado tras un asalto en el que utilizó una mini Uzi y otras armas de fuego. Durante la intervención policial pretendió dispararles a los agentes, pero su arma se trabó. “De no haberse trabado, ustedes (los policías) estarían muertos”, espetó este miserable.
A pesar de esos antecedentes, el juez Arturo Zecenarro Calderón, del Poder Judicial de Puno, ordenó que Guillén regrese a Maranguita, en lugar de ser trasladado a un penal para adultos. Argumenta que está “bajo medida socioeducativa” en ese centro juvenil y “debe continuar con su proceso de rehabilitación”, pese a su reincidencia y gravedad del nuevo delito. ¡Esto representa un colosal peligro para la sociedad! Porque esta “rehabilitación socioeducativa” de la que nos habla el sujeto que funge de juez es para menores de edad. ¡Y este criminal es mayor de edad!
Este es el nivel de estupidez existente en el Poder Judicial y Ministerio Público, por culpa de una generación de jueces instruidos por ONG financiadas por los Soros y otros “patronos” de nuestro país, que atentan vehementemente —y a cada momento con mayor tenacidad— contra su seguridad, amable lector.
Repasemos. Guillén fugó de Maranguita, centro de reclusión para menores; días después fue perseguido por agentes policiales en Huaral después de asaltar un local portando una ametralladora y pistola automática, ambas cargadas. Pretendió dispararles y, tras fracasar y ser apresado, les espetó: “De no habérseme trabado la Uzi, ustedes estarían muertos”, confesando su ferocidad. Guillén estuvo internado como menor en Maranguita. Allá cumplió la mayoría de edad. Al ser recapturado en Huaral tras el asalto —y fugar intentando asesinar a los policías, fracasando en el intento— fue llevado ante el fiscal y el juez de Huaral, quienes resolvieron devolverlo como menor de edad a Maranguita, sin considerar: 1) la gravedad de sus crímenes; 2) la fuga de Maranguita; 3) liderar a criminales armados; 4) fugar del nuevo atraco; 5) disparar —sin éxito— contra la Policía, gritándoles al ser detenido “por trabarse mis armas ustedes están vivos.”
Previo a fugar de Maranguita, Guillén había escapado de otra correccional juvenil en Arequipa. Por lo tanto, es reincidente. ¡Y todo confirma que dirige una organización criminal integrada por venezolanos! No obstante, su prontuario como menor de edad es solo por robo agravado; fuga del centro de reclusión arequipeño; y fuga de Maranguita. Ya como mayor de edad suma fugarse de Maranguita, asalto en Huaral portando mini Uzi y pistola con municiones; disparar —por fortuna sin éxito— contra la Policía. No obstante, el “juez” Arturo Zecenarro Calderón decretó que regrese a Maranguita “para que termine el castigo como menor de edad”.
¡El crimen campea en el Perú porque prima la ley de la selva!
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