«Un jalón de orejas»
La presidenta Boluarte también ha sufrido la violencia e inseguridad a la que estamos expuestos millones de peruanos. Si ella, con decenas de policías alrededor, recibió empujones, jalada de cabellos y un buen susto, ¿qué pueden esperar indefensos ciudadanos en riesgo de ser golpeados, asaltados, extorsionados y asesinados?
Preocupa ver a Dina Boluarte sonriendo hasta cuando estaba siendo agredida. Pareciera no ser consciente de la magnitud de la amenaza violentista. Este deplorable y lamentable suceso, que pudo costarle la vida, debería llevarla a reflexionar, dejando de lado posturas oscilantes y dubitativas. La inmensa desaprobación a su gestión es como recibir un “jalón de orejas” de la ciudadanía.
La seguridad en el Perú se comenzó a joder cuando vulneraron el principio de autoridad. Los últimos gobiernos han sido incapaces de imponer con firmeza y mano dura el respeto a la ley. En vez de fortalecer la institucionalidad de nuestra Policía Nacional, optaron por ningunearla quitándole respaldo y recursos que garantizaran el restablecimiento del orden interno que exige la población. Apena ver policías “piñata” inmolándose cuando enfrentan, con sólo un escudo y vara, a una organizada turba vandálica. Por el lado judicial, criticamos con ligereza las controvertidas sentencias de jueces sin considerar que, desprotegidos y abandonados en el cumplimiento de su función, se ven obligados a ceder ante las amenazas de organizaciones criminales.
La inseguridad es de lejos el principal problema en la región. La delincuencia y la violencia han cruzado fronteras, tomando por asalto las principales ciudades. Lamentablemente lo que vivimos hoy, acá, es responsabilidad de quienes desgobernaron el Perú, desde Humala hasta Boluarte, quienes fueron incapaces de hacer respetar nuestra soberanía.
Cómo pudieron ser tan negligentes y permisivos con la pesadilla bolivariana de Chávez, Maduro, Evo Morales y el desaforado Foro de Sao Paulo de Lula, quienes pretenden imponernos sus perversos modelos económicos y sociales para pauperizar la calidad de vida de millones de peruanos que ven con preocupación el ingreso de organizaciones criminales de exportación, que han puesto en peligro sus vidas y lo que consiguieron con tanto esfuerzo.
La prensa equivocadamente difunde mañana, tarde y noche, actos delincuenciales. Su enfoque es casi siempre un “apanado” mediático a la Policía para desprestigiarla y ser percibida como inepta, abusiva y asesina. Incluso, pareciera solidarizarse con el agresor cuando las fuerzas del orden responden con firmeza.
Dina Boluarte no puede poner de rodillas al Estado frente a la violencia. Tiene que demostrar que es capaz de restablecer con mano firme el principio de autoridad y exigir se sancione con severidad a quienes abusen del poder conferido.
Si la delincuencia pretende imponernos la ley de la selva, ¿por qué el gobierno duda tanto en salir a perseguirlos, “cazarlos” y “enjaularlos” o deportarlos?
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