Un país sin norte
Actuando como cualquier dictadorzuelo sudaca entrenado por el marxismo habanero, Pedro Castillo amenazó públicamente a su ministro de Vivienda, espetándole: “¡A ver ministro, si usted no me pone agua en este pueblo puneño, lo boto!” Óigame señor Castillo, eso lo ha copiado usted de su maestro, luz y guía Hugo Chávez. Se trata de un mensaje efectista para un pueblo olvidado como Platería, en Puno. Sin embargo, usted se pasea pagado con el dinero de los peruanos, rodeado de alcahuetes y de un intimidante cordón de seguridad, también al estilo del chavismo. Pero, qué sucedería si el pueblo le gritase: “Oye Castillo, si sigues hablando tonterías y no articulas un plan de gobierno para sacar al Perú de la ruina a la que lo estás llevando; y si no te dedicas a trabajar rodeándote de buenos ministros en vez de ladrones, asesinos y ganapanes, te vamos a sacar en vilo de la presidencia. Tu nos engañaste, presentándote como candidato presumiendo que sabías gobernar. Pero has reconocido –y demostrado– públicamente que de esto no sabes nada.“
Castillo no tiene plan de gobierno, amable lector. Lo que fabricó su secuaz Cerrón fue un ideario bolchevique, para reconvertir al Perú en Cuba o Venezuela. Vale decir, para hambrear al pueblo, para abolir las libertades personales, sociales y económicas que consagra nuestra Constitución, y para incrustarse en el poder sin fecha de salida. Todo bajo el manto cínico de “una nueva constitución elaborada por una asamblea constituyente popular” que, de manera mendaz, alega solucionará todos los problemas del Perú. Pero de lo que se conoce como Plan de Gobierno, Castillo ni siquiera conoce de qué se trata. Es más, le interesa un caracol. Lo suyo es soliviantar a los peruanos menesterosos, bajo el estribillo del victimismo más ramplón establecido en la lucha de clases modelada por sus mentores comunistas/senderistas.
Lo que está haciendo el aún ocupante palaciego es preparar un golpe, engañando al pueblo con versiones antojadizas de la realidad nacional. Porque la única verdad es que Standard & Poor’s ha rebajado sensiblemente su calificación financiera al Perú, pues considera que este país está infamemente administrado. Otra verdad, amable lector, es que la canasta familiar viene disparándose desde que Castillo se instaló en palacio con un grupo de improvisados como él –pletóricos de corrupción–, según lo han demostrado Sarratea y los secretarios de palacio, presionando al jefe de la Sunat para que exonere de deudas a amigotes de Castillo y/o esas ene denuncias de Karelim; o haciendo lo mismo con los comandantes generales de las FFAA, quebrantando las disposiciones castrenses. La realidad es que no hay un norte para el país en lo social y menos en lo económico; o que la informalidad se ha incrustado en absolutamente todos los rincones del Estado; o que los ministros no tienen la más vaga idea de qué hacer en sus carteras, aparte de dejar hacer, dejar pasar a los operadores de palacio, tramando más y más episodios de corrupción. ¡Vacancia ya!
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