Un presidente desesperado
La mesa está instalada y los dados cargados. La estrategia del comunismo sudaca, dictada por La Habana, distribuida desde Caracas y ejecutada por el Foro de Sao Paulo, es la misma: negar que el régimen marxista/leninista/senderista que encabeza Castillo tiene como objetivo –obseso- sustituir la Constitución por otra de corte cubano/ venezolano. Una que busca convertir al Perú en apéndice del bolcheviquismo regional. Antes ocurrió en Cuba como Venezuela, donde sus presidentes negaban los hechos y avanzaban en su propósito antidemocrático. Hoy la orden es avasallar la Democracia y acabar con el Estado de Derecho en el Perú. ¿La estrategia? Endiosar a los tiranuelos decididos a esclavizar a los peruanos que, ilusa, estúpidamente acabaron engañados por operadores del socialismo caviar -apéndice del comunismo-, induciéndoles a votar “contra la corrupta Keiko” para elegir a un “humilde, honesto profesor cajamarquino”.
¡De nada sirvió la prédica electoral de los partidos del centro derecha! La izquierda y sus compinches caviares insistieron en su discurso venenoso contra todos los líderes centristas. Y el JNE -presidido por un comunista apellidado Salas Arenas- se opondría a confrontar el padrón de ONPE con las actas electorales, fabricadas por una mafia de “personeros” izquierdistas que -como demostrarían los representantes de los partidos democráticos afectados- adecuaron los resultados electorales a su mejor interés.
Conseguido sospechosamente ese éxito, la zurda arrancaría a gobernar con el pie en alto. Y la sociedad comprobaría, desde el primer día de la presencia de Pedro Castillo en palacio de gobierno, que sus objetivos eran manifiestos: destruir la economía y la paz social exacerbando el odio de clases y la pendencia pública, como caldo de cultivo para convocar a una asamblea constituyente a los efectos de aprobar una nueva Carta “que solvente definitivamente todos los problemas socioeconómicos y políticos de los peruanos; fundamentalmente para sacar a los pobres de la miseria.” Recién en esos instantes, los manipulados votantes comprobaron que habían resbalado en la celada marxista. Por fortuna, como era de esperarse por sus antecedentes, Castillo no tuvo -ni tendrá- plan para gestionar este país. Tampoco dispone de colaboradores formados en la academia, con experiencia para gestionar un Estado complejo como el peruano. Sumemos a ello la avidez crematística del mandatario Castillo, y la de sus camaradas salidos de las sentinas mafiosas, asiduos visitantes del antro Sarratea antes, durante y después de incoporarse al poder Ejecutivo.
Apostilla. La madrugada de ayer un juzgado ordenaba la detención de Pedro Pacheco, exsecretario de Palacio de Gobierno; de Zamir Villaverde, amigote del mandatario; del empresario Pasapera, ganador del contrato pactado en palacio de gobierno por S/ 230 millones; y de los sobrinos de Pedro Castillo. A esa morralla debió investigarla meses atrás la Fiscal de la Nación Zoraida Ávalos. Semejante demora merece ser castigada severamente por el Parlamento, a través de la Junta Nacional de Justicia.
Porque, de haber actuado como debió la fiscal Ávalos, ayer el Legislativo no habría desperdiciado el tiempo debatiendo la vacancia de Pedro Castillo. La confirmación de su incapacidad moral para gobernar hace tiempo debió evidenciarla la indigna fiscal Ávalos.
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