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Un pueblo cada vez más sometido por los caviares

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Fecha Publicación: 05/04/2024 - 23:00
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Los peruanos soportamos demasiadas prepotencias y abusos de esta clase política encaramada en el poder, que se arroga condiciones que superan los límites de sus actividades dentro de un Estado de derecho, teóricamente sometido al régimen democrático, como lo establecen tanto la Constitución como las leyes. Los políticos insisten en conducirse cuales zares de un supuesto reino microscópico llamado Estado Peruano, sin tomar en cuenta que tanto va el cántaro al agua que acaba rebasándolo. Concretamente, exacerbando la justa indignación y furia ciudadana, llevándola a extremos de rebelión. Esto, amable lector, que pareciera un enunciado exagerado, es lo que esta ocurriendo en estos precisos momentos en el Perú, donde la insolencia de una clase política de infame factura –aparte dócilmente sometida al ucase de una camorra extranjerizante representada por los caviares– ha logrado saturar la paciencia de 33 millones de peruanos. Gente pacífica que ha permanecido acostumbrada a contener su impotencia y rabia, convertidas ambas en indignación. Aunque hoy ya no está dispuesta a seguir subyugada al abuso de esa abyecta ralea que, delictivamente, conduce los destinos del país.

No es poca cosa, ni menos tema para dejarlo pasar. Es la rabia de toda la sociedad que se esparce, manifestando el hartazgo nacional. Lo que, en el fondo, es más de aquello mismo que trajo consigo el golpista, corrupto, ágrafo Castillo. Sólo que envuelto en una versión femenina representada por quien fuera segunda (y única) vicepresidenta, ministra y leal partidaria del comunismo. ¡Hasta que se enteró que su jefecito ya tenía los días contados en palacio, y soltó amarras! Se pasó al bando contrario convertida en aquella persona que nunca fue, reapareciendo investida con la banda presidencial y pregonando lo opuesto a lo que ella había apoyado. Es decir, por lo que había luchado durante todo aquel año y medio destructivo del país, en que ella se comportó como firme segundona, aunque muy leal servidora del pigmeo senderista Pedro Castillo.

Pero, amable lector, Dina Boluarte podrá engañar a algunos peruanos durante cierto tiempo; aunque jamás podrá engatusar a todos los peruanos durante todo el tiempo. Y esto ha provocado que la gente diga basta a aquel maltrato de una casta política ensimismada, envalentonada contra el débil; aunque vergonzosamente sumisa ante los poderosos caviares, que mantienen secuestrado el Estado tras dar un golpe de Estado para capturar bases estratégicas como la Fiscalía de la Nación, el poder Judicial; inclusive la Policía Nacional, sin mencionar los servicios de inteligencia estatales, perforados por los caviar hace tiempo. Tras este poderoso parapeto, los caviares tienen en jaque a los políticos electos por el pueblo, quienes se entretienen haciendo nada en el Congreso, en los ministerios y en intrascendentes entidades públicas. ¡Hoy percibimos que Juan Pueblo se ha rebelado contra ambos sectores! Concretamente, la casta política y la camorra caviar. Dos minorías que se disputan la conducción del país, burlándose del pueblo que sobrevive a su aire abandonado y envuelto en una honda crisis sociopolítica, moral, económica, financiera, etc. que carcome a todos.

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