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Un reflejo de ti

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Fecha Publicación: 18/01/2023 - 23:00
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Somos fruto de lo que percibimos, escuchamos, actuamos, pensamos, sentimos, en todo orden de cosas, la familia, escuela, el barrio, la universidad, el trabajo, las amistades, los amores, los sueños, las ilusiones, porque absorbemos lo que está a nuestro alrededor, diferenciándonos unos de otros por la personalidad que se ha formado a través del proceso de aprendizaje de los referentes que hemos tenido a lo largo de la vida.
Porque unas personas son distintas a otras, tiene que ver mucho la genética, la herencia y la sociedad, en que convivimos y cómo nos orientamos lo que queremos ser y somos, lo podemos graficar de la siguiente manera.

Una familia de abogados en que, el día a día, se conversa de juicios, embargos, la forma de pensar de los jueces, fiscales, especialistas legales, policía, en que los hijos participan escuchando, preguntando, incluso van al estudio de los padres, llevan escritos para presentarlos por mesa de partes a las diferentes instancias, la vocación de los hijos se va orientando a las letras, la lectura, el debate, la oralidad, el resolver diferentes intereses en conflicto, llegando el momento de decidir ser abogado para defender las causas nobles y justas.

Recuerdo una experiencia particular, cuando a los veinte y cinco años me nombraron Juez de Paz No Letrado del Distrito de Breña, una experiencia maravillosa e inolvidable por la naturaleza de las incidencias que se presentaban, desde el incumplimiento de realizar un trabajo de carpintería, pintura, pago de deuda, conflictos entre familias vecinas que vivían en un solar, incumplimiento de pago de alimentos, faltamiento de respeto entre los esposos, padres e hijos, problemas de consumo de abuso de alcohol, drogas, reconocimiento de paternidad, es decir, un abanico de situaciones, que muchos casos se resolvían por la vía de la conciliación y en otros no y tenían la facultad de concurrir a la instancia competente para resolver sus intereses.

En aquellos casos, en que se resolvían por conciliación y se incumplían los acuerdos, o en otros casos, no eran candidatos a la conciliación, cada una de las partes mantenía su posición de tener la razón, observé que el incumplimiento de los acuerdos y de mantener cada una de las partes su posición obedecía a problemas de personalidad, el conflicto se daba, pero no lo podían manejar por los problemas de personalidad, inseguros, celos, impulsividad, nadie quería ceder por el orgullo, la vanidad, la soberbia, la falta de capacidad de ubicarse en el lugar del otro. Esta situación iba más allá, estos trastornos de personalidad no se podían manejar vía conciliación, sino a través de la psicoterapia o consejo psicológico, que permitiera manejar los conflictos internos de las personas para que la convivencia sea más llevadera.

A partir de esa experiencia enriquecedora, decidí estudiar psicología, llegando a la conclusión de que el derecho y la psicología están intrínsecamente unidas, por eso los jueces, fiscales, policías y abogados, que se dedican al derecho de personas, familia, penal, deben tener una formación psicológica o ser psicólogos, para comprender mejor la conducta humana y no incurrir en errores judiciales insalvables por la falta de preparación y sensibilidad.

El referente que tuve para estudiar psicología es la experiencia en el juzgado con seres humanos, que buscaban una solución a sus problemas y si no lo lograban por la ley, debido al trastorno de personalidad que presentaban, tenían la alternativa de hacerlo por la psicología.