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¿Una fuerza aérea sin aviones?

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Fecha Publicación: 20/10/2024 - 23:01
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El debate sobre la adquisición de armamento para la defensa nacional en el Perú ha estado marcado por posturas encontradas a lo largo de su historia. Desde la época de Ramón Castilla hasta conflictos más recientes, los argumentos en contra de invertir en defensa han sido los mismos: que el país tiene otras prioridades, que no hay enemigos inmediatos y que estos recursos deberían destinarse a otras áreas como salud o seguridad ciudadana. Sin embargo, la historia ha demostrado que estos argumentos carecen de visión estratégica.
Un ejemplo claro fue la decisión del presidente Alan García en 1980 de reducir la compra de aviones Mirage 2000, lo que debilitó la capacidad aérea del país en el conflicto de 1995 con Ecuador. Este error solo pudo corregirse a tiempo con la adquisición urgente de aviones MIG 29, que disuadieron a Ecuador y permitieron sentarse a negociar. Esto pone de relieve la importancia de mantener una fuerza de defensa actualizada y preparada, no solo para enfrentar conflictos, sino también para disuadirlos.
Hoy en día, la situación de la Fuerza Aérea del Perú es crítica. Su flota de aviones de combate se encuentra obsoleta, lo que pone en peligro la capacidad del país de defenderse ante cualquier amenaza externa. La Fuerza Aérea ha realizado un análisis detallado para la adquisición de nuevas aeronaves que no solo reemplazarán a los actuales aviones, sino que garantizarán la superioridad aérea. Esta superioridad es clave para controlar el espacio aéreo en cualquier conflicto, lo que permitiría que las fuerzas navales y terrestres operen con seguridad.
La compra de nuevos aviones no es un gasto excesivo o innecesario. Se trata de una inversión estratégica que asegura la paz al disuadir posibles amenazas. Aquellos que se oponen a esta medida sugieren que el dinero podría utilizarse en hospitales o comisarías, pero esta afirmación es falsa. Los fondos para la defensa son exclusivos y no pueden destinarse a otros sectores. Además, la seguridad y el desarrollo no son conceptos opuestos, sino que deben avanzar de manera paralela.
Los líderes políticos del país deben actuar con una visión de estadistas, dejando de lado la costumbre de reaccionar solo ante emergencias. Es necesario un enfoque a largo plazo que contemple no solo la defensa del territorio, sino también el crecimiento integral del país. Es fundamental que el Perú no se encuentre desarmado y vulnerable en un entorno regional que presenta riesgos.
Por tanto, la renovación de la flota aérea es una prioridad nacional. No se trata de preparar al país para la guerra, sino de asegurar la paz mediante la disuasión. Como bien dijo Ramón Castilla, si nuestros vecinos refuerzan su armamento, el Perú debe hacer lo mismo para garantizar su soberanía. Y como señala el pensamiento estratégico: “un país que olvida su historia está condenado a desaparecer”.

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