Una justificada moción de vacancia
La moción de Vacancia presidencial que se encuentra en trámite en el Congreso tiene sólidos argumentos de forma y fondo que deben divulgarse de la manera más amplia, para refutar la demoledora campaña emprendida por el comunismo/senderismo -que maneja al régimen de Castillo-, destinada a alertar que se trata de un complot contra el gobierno “democrático”.
Transcribimos a continuación un extracto de las 31 páginas que respaldan la moción. “La Constitución supone una ‘guía de conducta’, basada en un conjunto de principios que responden a un un orden ético positivizado al cual se encuentran sometidos los gobernantes y gobernados. Nadie puede escapar a este conjunto de mandatos sin el riesgo de caer en ilicitudes de naturaleza penal, civil o administrativa, y en infracciones a la Constitución en el ámbito de sus postulados éticos. Dicha infracción sistemática y reiterada”, referida a la conducta del aún presidente Castillo, “supone la descalificación moral del funcionario que el Parlamento, como representante de la soberanía popular, no puede dejar de controlar ni sancionar. Asimismo, que, para el fiel cumplimiento de los principios constitucionales que dan fundamento y contenido a nuestro sistema político, es necesario garantizar la vigencia de régimen democrático como estilo de vida y como forma de convivencia pacífica”. Aparte, “El sistema democrático demanda de los funcionarios públicos la capacidad para conducirse con respeto de los principios constitucionales que lo hagan así viable y factible.
Y en este orden de ideas, el presidente de la República es el primero a quien el orden constitucional le demanda una estructura moral capaz no solo de defender sino también de sostener en el tiempo los valores de la República”. Asimismo “para ello, el funcionario a cargo de la más alta magistratura del Estado deberá tener la capacidad para discernir claramente, en el acto de gobernar, los valores morales que dan fundamento al Estado y la sociedad.” Finalmente, “por ese motivo es necesario que esté dotado de una estructura moral sólida, a fin que su conducta no constituya ni refleje ante los gobernados desprecio ni incomprensión manifiesta en la forma de materializar estos principios esenciales para la salud de la Nación. Porque la figura de la incapacidad moral permanente constituye un mecanismo de control ético político del Presidente de la República, que tiene por finalidad evaluar la idoneidad de su conducta a efectos de constatar -por parte de los representantes del pueblo- su capacidad para gestionar el Estado en procura del bien de la comunidad. Una incapacidad moral permanente es la que se manifiesta en un sesgo de las decisiones de un presidente.
Sesgo que no es ocasional, fruto de una ligereza en un momento particular, sino repetido, y que aquello lo inclina a beneficiarse a sí mismo y/o a sus allegados y/o amenazar y/o perjudicar a sus adversarios.”
Basta leer esta síntesis de la citada Moción de Vacancia para comprender que el aún presidente Pedro Castillo abunda no en una ni dos, sino en todas las consideraciones que precisa la Carta Magna para validar la procedencia de una vacancia presidencial.
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