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Una juventud perdida, frustrada

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Fecha Publicación: 13/03/2024 - 23:00
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¿Por qué nuestros jóvenes universitarios contemporáneos no se rebelan contra la corrupción tercamente generalizada, incrustada sobre todo a lo largo y ancho del poder político, convirtiendo en la práctica al Estado peruano en un auténtico antro de podredumbre? Somos algo así como un país corroído por la voracidad de una masa social anclada al odio de clases, al resentimiento social y al complejo de inferioridad de una “neosociedad” que, de manera muy equivocada, se considera identificada con el caos y el desastre, distante del sentir democrático, el Estado de derecho y sujeta a lo que digan e impongan los mismos cadáveres políticos de siempre. Esos que manejan los hilos del poder disfrazados de revolucionarios, pro sendero luminoso, decididos sólo a agudizar las contradicciones y agravar las miserias, para establecer, más fácil, más rápido, más sólida y sistemáticamente los fundamentos de un “nuevo Perú” espejo de Cuba y Venezuela. Qué diferente piensan las actuales generaciones jóvenes de nuestra sociedad, de sus pares de antaño; bastante más disciplinados, mejor educados, ciertamente más cultivados y funcionalmente mejor estructurados. Hablamos de muchachos que, pese a arrastrar deficiencias y padecimientos, consiguieron una vida familiar, en general, cercana a sus realidades y sentimientos; lo que hoy ha desaparecido. Esto les hace más amargados, más desencaminados a un futuro alturado que el que hoy les espera. Preguntamos, ante esta diferencia sideral en desmedro del futuro de los jóvenes peruanos, ¿por qué ahora éstos prefieren no salir a las calles para protestar contra la corrupción, la principal causante de esta fenomenal distancia que separa la vida superior que tuvieron las generaciones pobres del siglo pasado, con esta triste realidad que sobreviven nuestros actuales adolescentes menesterosos? ¿Por qué no se indignan con el delincuencial robo de esa presunta “líderesa socialista” que decidió hacerse alcaldesa de Lima para birlar once millones de dólares del Estado, que le fueron pagados como coima por Odebrecht como ella misma reconoció; inclusive declaró judicialmente? Y no contenta con semejante asalto al bolsillo de los pobres, Villarán permanece muda, libre, siendo la más grande estafadora que ha asaltado a los pobres de la ciudad de Lima que viven en los extramuros de Lima y necesitan transportarse para trabajar, ir a la escuela, recibir asistencia médica, etc. robándoles diariamente, vía la concesión de pistas y carreteras que construyó y mantuvo el Estado, que hoy maneja Odebrecht a través de una ficticia transferencia parcial de acciones en Rutas de Lima, hoy propiedad de una offshore transnacional, para cobrarle a cada pobre siete soles por usarlas, incluso unas cuantas cuadras, cada vez que se traslada a una posta médica, a la escuela, a visitar a un familiar, etc. Insistimos, algo muy extraño ocurre con nuestra Juventud, que ha claudicado a la que fuera una de sus más exitosas características; la protesta viva frente a la injusticia.

No como ocurre ahora, que se exhibe como vulgar apéndice se los manipuladores extremistas, quienes buscan destruir el Perú para convertirlo en Venezuela o Cuba utilizando a nuestros jóvenes para consolidar sus siempre protervos intereses.

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