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Una nueva intentona golpista

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Fecha Publicación: 18/10/2024 - 23:00
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¿Cómo podemos permitir que este país siga confiando en sus politicastros de izquierda, cuando está probado que la agenda de estos se basa en preceptos destructivos, utopías, odios y complejos; fuera de un dogmatismo atentatorio contra las perspectivas de progreso, paz y salud que iluminan a los países exitosos? Las izquierdas no dejan espacio para el florecimiento del ciudadano libertario. Su misión es perseguirlo hasta hundirlo en el fango de la miseria, caldo de cultivo ideal para la escasez, el encarecimiento, la pobreza y, finalmente, el totalitarismo. Esta realidad la transpiran las naciones gobernadas por los zurdos, rojos, chuecos, socialistas, comunistas o simplemente izquierdistas. Por cierto, fuera de promover miseria y atraso, aquello acarrea frustración, descontento y lucha de clases.
Es cierto que los izquierdistas detestan tanto el orden constitucional como el legal. Los consideran cortapisas contrarias a su credo fundamentalista, donde solo ellos mantienen la virtud de la verdad. Consecuentemente, se consideran facultados para despreciar a quien no profese sus odios y fobias ni comulgue con las ideas sesgadas que alientan el control político de la población. La razón es sencilla: su ideología pregona el totalitarismo y el fetichismo característico de los regímenes absolutistas. Por eso Lenin, Stalin, Mao, Castro, Chávez y Maduro —por citar unos pocos nombres— continuarán siendo maestros, luz y guía de los zurdos.
Conocemos perfectamente los padecimientos, tormentos, abusos y atrocidades que sufren los pueblos gobernados por los izquierdistas, a cuyos líderes hipócritamente les llaman “figuras socialistas”. Siendo, en rigor, sujetos totalitarios dispuestos a gobernar al pueblo con rienda corta, sometiéndolo, torturándolo y abusando de su gente. Inclusive, asesinándola. El episodio del ágrafo/corrupto Pedro Castillo describe certeramente a la falsaria izquierda peruana, autocalificada paradigma de la justicia y el bienestar del pueblo. Desde que Ollanta Humala se instaló en Palacio de Gobierno, las huestes zurdas invadieron el poder Ejecutivo, el Legislativo y cualquier vericueto del Estado.
Conforme iban instalándose los sucesivos gobiernos izquierdistas (Humala, Kuczynski —jactándose de repetir “soy socialista”—, Vizcarra, Sagasti, Castillo y Boluarte), este país se aproximaba a niveles de caos generalizado e inseguridad total. Recordemos el operativo contra el expresidente Merino, tras la planificada muerte de Inti y Brian, manipulada por la izquierda caviar, lanzando a las calles a grupos violentistas para orquestar asonadas hasta consolidar su renuncia. Ahora, nuevamente la izquierda, aliada con los caviares, busca adelantar las elecciones generales. ¡Esta vez vacando a Dina Boluarte! ¡Los paros de la semana próxima son el preludio!
El Ejecutivo intentará repeler la intentona terrorista —trajeada de paros o huelgas— aplicando la nueva ley aprobada por el Congreso para combatir el terrorismo urbano, término humillantemente variado a “criminalidad sistemática”. ¡O sea, babas! Además, esta norma no funcionará sin incluir la iniciativa aportada por el congresista Fernando Rospigliosi, para que los policías y militares “que enfrenten firmemente a la delincuencia” sean juzgados por el Fuero Militar; ya no por la Justicia ordinaria, transformada en arma para perseguir políticamente a nuestras fuerzas policiales —y militares— hasta condenarlas por cuidarle la vida y salud a los peruanos. ¡Estamos advertidos!

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