Una oportunidad llamada elecciones 2024
El año 2024, los peruanos iremos a las urnas. Hasta entonces, partidos políticos y grupos de ciudadanos se alistan para ingresar a la liza electoral en pos de la faja presidencial. En un país democrático, la pulsa de ideologías es saludable porque permite al votante hacerse cargo de lo que “está detrás de los ofrecimientos” de cada partido político. Espero que no se tropiece con la misma piedra. La madurez adquirida estos últimos tiempos de seguro nos pondrá a buen recaudo para evitar elegir a X porque no se quiere a Y. Aunque el periodo sea corto, creo que es el necesario para proponer ideas realistamente peruanas, posibles de llevar a cabo y, con visión de un futuro con esperanza.
Me parece que cualquier propuesta debería comenzar con devolver al ciudadano la libertad política, su responsabilidad e iniciativa para labrar su destino. Un reordenamiento nacional, a mi juicio, debe introducir mecanismos jurídicos que busquen promover ciudadanos conscientes, responsables, propietarios; y el progreso e integración para el país.
Consciente. Que tenga acceso a todo tipo de información. Lo cual supone no solo calidad en la educación sino transmisión adecuada y facilidad para codificar la información recibida. Implica además que tendrá los criterios necesarios para orientar su comportamiento dentro de los cánones establecidos. (Sí los cánones establecidos son incoherentes o inestables, los criterios asumidos serán poco valederos). La transparencia y el compromiso con la verdad se hacen imprescindibles.
Responsable. Capaz de poder tomar decisiones tanto en el ámbito personal como en el social y llevarlas a cabo. Lo cual implica que el Estado confíe y devuelva esa capacidad al ciudadano, a través del ejercicio del principio de subsidiariedad.
Propietario. El acceso a la propiedad debe ser incentivado sin quedarse en la forma, es decir, considerando la variedad del hombre y sin tratarlo en serie. La propiedad es privada no porque sea exclusiva de alguien sino porque responde a su manera de ser y se ajusta a ella. Al mismo tiempo se tiene que fomentar la creación de empleos y garantizar la disponibilidad de los bienes de consumo, así como hacer más viables y menos complicadas las operaciones de compra y venta.
Progreso. En la medida que se alienta las iniciativas personales en todos los campos se propende al desarrollo socio-económico. El progreso no es unilateral, siempre es multilateral.
Integración. Supone ante todo un enfoque nacional. Lo que se traduce, por parte del Estado, en la descentralización de funciones, desconcentración de los objetivos finales en objetivos intermedios perfectamente calculados para evitar el peligro de la dispersión y el confusionismo consiguiente.
En democracia, para integrar es necesario promover la participación desde las entrañas de la sociedad, en todas las regiones del Perú, de grupos, de asociaciones y empresas libres e independientes del Estado e incluso del poder del capital. Para cumplir con este cometido, es necesario configurar una única intención y voluntad: buscar que el ciudadano sea “actor y no comparsa del juego político”.
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