Una plaga más que golpea al país: nuestro precario sistema de salud
El Perú, como sabemos, está sumido en una ola de robos, extorsiones y asesinatos por encargo (sicariato), sin capacidad de reacción por parte del gobierno de Dina Boluarte. Se ha alcanzado el doloroso récord de 1,493 homicidios al 10 de octubre, según cifras oficiales del SINADEF, superando los registros de los últimos 8 años, de acuerdo al análisis de la data histórica realizada por el Ing. Juan Carbajal. De ahí surge la legítima indignación de la ciudadanía, que paraliza y marcha por calles y plazas exigiendo medidas efectivas para combatir la criminalidad organizada.
Sin embargo, nuestro país, que parece estar efectivamente bajo las diez plagas de Egipto, presenta muchas carencias y enormes brechas en servicios básicos. Una de ellas es su colapsado sistema de salud, cuya precariedad quedó al descubierto durante la pandemia de coronavirus, y sobre el cual poco o nada se ha hecho para mejorar, pese a las múltiples promesas de las autoridades en épocas de campaña.
La población, en mi opinión, siente vergüenza e impotencia al ver en las noticias cómo se celebran actos de autobombo desde el Ejecutivo, anunciando como un gran logro —considerando la magnitud de la necesidad ciudadana y el aumento de la densidad demográfica— que se va (en un futuro) a transferir dinero a los hospitales para recién comprar equipos de salud. Y si la ceremonia es para presentar equipos ya comprados, estos no pasan de cinco a diez unidades, con el compromiso de destrabar otras adquisiciones paralizadas por ineptitud o corrupción de los funcionarios a cargo. Esto, con el paso del tiempo, solo sigue “durmiendo el sueño de los justos”.
Si se van a adquirir tan pocos equipos —por ejemplo, tomógrafos, que brillan condenablemente por su ausencia en los principales hospitales públicos de la capital del Perú—, imagínense la tragedia en el interior del país. Si hablamos de adquisiciones, que estas sean en cantidades significativas, sin necesidad de ceremonias públicas estridentes. ¿Por qué el aprovechamiento político? Si no es posible, por falta de experiencia en la gestión pública o por la corrupción, comprar con inmediatez, transparencia y calidad de gasto, entonces debe considerarse el alquiler de estos equipos de salud, como ambulancias, cuya obsolescencia es evidente en la mayoría de los casos.
Al no prever ni alcanzar el presupuesto para su mantenimiento, estas unidades se deterioran rápidamente. Quizás convenga poner en debate la conveniencia de alquilar (en lugar de comprar) un número de ambulancias, y realizar una prueba piloto para evaluar resultados y el costo-beneficio. El objetivo principal es salvaguardar vidas humanas, garantizando siempre contar con unidades en buen estado, con mantenimiento adecuado y equipo idóneo para el traslado de pacientes críticos. En especial, son necesarias las ambulancias tipo III, que cuentan con ventilador mecánico, electrocardiógrafo, monitor desfibrilador, y equipo de aspiración de secreciones, entre otros, conforme lo establece un reglamento del MINSA que data de 2005.
En Panamá ya se ha optado por esta modalidad de alquiler de ambulancias, en la cual el proveedor se compromete incluso a dotar el equipo profesional de salud que iría en ellas. Convendría que los técnicos realicen los cálculos y evalúen si esta opción es factible; la necesidad existe. Lo que no podemos permitirnos es no hacer nada.
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