¿Vale la pena estudiar Derecho?
A diferencia de cuando decidí estudiar Derecho, hoy existen más de 20 facultades solo en Lima, por lo que resulta indispensable mantener una permanente campaña de imagen para competir exitosamente con tanta oferta. La primera pregunta que deben responder nuestros jóvenes colaboradores se refiere a la conveniencia de estudiar principios, normas y reglas, en un país donde no respetar el orden jurídico es considerado una muestra de inteligencia; donde dos tercios de la economía se desarrolla de manera informal por las excesivas regulaciones; un Estado en el que la corrupción predomina, generando zonas exentas de autoridad, ya sea en beneficio del narcotráfico, de la minería ilegal o del contrabando; una comunidad política que tolera la manipulación de concursos públicos para que la organización mafiosa que sirve desde hace 25 años a la empresa constructora más corrupta de Sudamérica, designe a personas desprovistas de moral y de formación jurídica en los cargos más importantes de la administración de justicia, sometiéndolas, por su mediocridad, a su antidemocrático control.
La profunda desconfianza y desilusión que provoca nuestra realidad como país resulta ser una razón para optar por una carrera que, a diferencia de muchas otras, puede otorgar al profesional la posibilidad de participar activamente en la reforma del sistema, con las habilidades y competencias adecuadas para que sus actos tengan un impacto real en las soluciones a cada uno de los problemas del país. Estudiar Derecho significa adquirir en los primeros años de la carrera el deseo racional de vivir en un país gobernado por leyes y no por la simple voluntad del gobernante, tal como exponía orgulloso Pericles, por su Atenas, en su Discurso Fúnebre en plena Guerra del Peloponeso. Para ello, es necesario fortalecer a los grupos intermedios de la sociedad, llámese partidos políticos, sindicatos, organizaciones religiosas, asociaciones de consumidores, colegios profesionales, gremios empresariales, juntas vecinales, porque cumplen el rol de proteger al individuo y a la familia de las veleidades de quienes detentan el poder. Y claro, para eso es necesario que quienes participen en los procesos de decisión, sea en el ámbito municipal, regional o en el nacional, tengan la capacidad de defender el Estado de derecho al tiempo en que diseñan las nuevas normas legales que han de reemplazar las caducas, superadas por el fraude del demagogo y del delincuente.
Estudiar Derecho significa también contar con las competencias para traducir el anhelo de miles de emprendedores, grandes y pequeños, de concretar proyectos para crear riqueza, sin que se estrellen contra barreras burocráticas de todo tipo, permitiendo su incorporación a un mercado donde la libre competencia beneficie al consumidor. Y allí radica el encanto de la carrera: se puede elegir entre varias especialidades que vinculan al individuo con el poder, en todas las actividades humanas, en el marco jurídico establecido por los principios y valores de la Constitución.
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