Valiente golpista

Si hay algo que indigna tanto o más a la pretendida ruptura del Orden Democrático y Constitucional del país, ejerciendo abusivamente el poder del Estado emanado del pueblo como indica el artículo 45° de nuestra Constitución, es la “COBARDÍA”, la falta de valor de asumir las consecuencias de sus acciones y decisiones, que sería el caso del aprendiz de dictador Pedro Castillo Terrores, que al percatarse que la institucionalidad y la ciudadanía no secundaron su “golpe de Estado”, ha postulado la tesis de “no recordar nada”, su entorno cínicamente lo ha excusado diciendo que pudo haber sido dopado, distrayendo a la población con tamaña criollada, por no decir otra cosa, cuando desde el saque ministros y funcionarios han declarado ante las autoridades que ingresaron al despacho del golpista inmediatamente después del mensaje a la Nación he interactuaron con él acerca del sorprendente e ilegal anuncio, que éste incluso conversó vía telefónica con el jefe de la Policía para “ordenarle” cerrar el Congreso e intervenir a la fiscal de la Nación, todo lo cual no le hubiese sido posible hacer en estado de inconciencia u obnubilación y es que se necesita ser una persona ladina para no afrontar sus responsabilidades, pero ya de eso se encargará la justicia y quienes le acompañaron en este suicidio político, que también parecen sufrir de amnesia sobreviniente, ¡francamente!

Como consecuencia del pretendido golpe de Estado y de la manipulación de la verdad de los hechos que sucedieron en señal de televisión nacional se ha desatado una cruenta ola de violencia, que como suele suceder en muchos estallidos sociales, a los reclamos legítimos de una población olvidada por el Estado, harta de la clase política, que exige “se vayan todos” y se proceda en el plazo inmediato a Elecciones Generales y en su caso, una Asamblea Constituyente, se infiltran lumpen y sediciosos con el sentido costo de vidas humanas, lo que es irreversible y la destrucción de los bienes públicos y privados. Queda hacer votos para que las autoridades repongan la vulnerada tranquilidad pública a través del DIÁLOGO, principalmente en el seno del Acuerdo Nacional, foro político-social por excelencia donde están reunidos representantes de los poderes públicos, organizaciones políticas y demás fuerzas vivas, a fin de generar consensos, sobre todo, en tiempos de inestabilidad.

Y desde aquí también una exhortación al Congreso de la República a hacer lo suyo, a poner de su parte y sintonizar con el deterioro de la confianza del ciudadano de a pie hacia sus representantes, trabajando a tiempo y a fuera de tiempo para lograr el adelanto de las Elecciones Generales, que con voluntad y sentido común puede lograrse junto a las reformas políticas más urgentes para diciembre de 2023 al menos en su primera vuelta. Prolongar la agonía de esta crisis política puede desembocar una guerra civil, dándole en la yema del gusto a anarquistas y sediciosos, lo cual no es opción.

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