¡Váyase cuanto antes, presidente Vizcarra!
La verdad de la milanesa es que Martín Vizcarra está arruinando al Perú. Pero si algo de vergüenza tuviera –y sentido de responsabilidad hacia los 30 millones de peruanos– debería renunciar y dejar que ocurra lo que sucedió cuando hizo lo mismo su exjefe, Pedro Pablo Kuczynski: que siga el trámite constitucional y su vicepresidenta acceda a la jefatura del Estado. Ella, al menos, es una funcionaria pública con experiencia como ministra y primera ministra. Lo opuesto a lo que puede exhibir Vizcarra. Un oportunista con sangre de horchata que presionó al Parlamento –a través de Fuerza Popular- para que lo pusiera en la presidencia de la República, sin siquiera saber leer ni escribir la palabra Estadista.
Sin embargo, ya una vez en palacio, Vizcarra se rodeó de esas sanguijuelas del poder llamadas proge-marxistas o caviares, para abocarse a embestir al Congreso que le dio la mano, y a arremeter contra Fuerza Popular que lo condujo a la presidencia del Perú. Con el agregado de empeñarse en injuriar y desprestigiar, tanto al mencionado partido como al Poder Legislativo.
Poder del Estado al cual Vizcarra no cesa de amenazar con la clausura, si no convierte en leyes todos sus caprichos. O peor todavía, si no reforma la Constitución en los términos que elaboran sus asesores -foráneos y marxistas- que pagamos todos los contribuyentes. Asesores que supuestamente han sido contratados para que el Perú recupere su sitial de país próspero, en paz, lleno de expectativas, tal como fuera hasta que Humala se entronizó en el gobierno. ¡Aunque tal vez ocurra que este presidente postizo los mantiene para que conviertan al Perú en Venezuela 2!
No hay una sola obra iniciada por Vizcarra; no existe propuesta alguna avizorada en su gestión. Sólo quedan como testigo de la megacorrupción -de la cual son cómplices él y Kuczynski por haberlas ejecutado sin cuestionar ni revisar- obras envenenadas como la refinería Talara (costará más de US$ 6,000 millones, cuando una similar en el mundo vale US$1,300 millones); la Línea 2 de Metro (el kilómetro de tren más caro del orbe), los Panamericanos (US$1,500 millones, cuando no existen fondos para comprar medicinas en los hospitales Públicos).
Más bien tanto Vizcarra como Kuczynski han dinamitado el progreso de la minería peruana, dejando pasar tres años sin construir carreteras, hospitales, escuelas, comisarías en Las Bambas y Tía María, pese a que el Estado tenía fondos provenientes, precisamente, del canon minero. Sin embargo estos dos inútiles presidentes se dedicaron, en exclusiva, a desfogar su necedad atacando al Congreso bajo el mote de obstruccionista. ¿Algún obstáculo puso el Legislativo para que la dupla PPK-Vizcarra no pudiera hacer obra?
Por el contrario. No sólo aprobó sin demora los presupuestos presentados por ambos jefes del Ejecutivo, sino que incluso les concedió facultades extraordinarias para que legislen a su entero capricho. PPK aprobó 112 decretos legislativos y Vizcarra otros tantos. ¿Dónde está la obstrucción? Puro humo. Es el caballito de batalla de ambos para tapar su absoluta incapacidad. La historia los juzgará. ¡Váyase cuanto antes, Vizcarra!