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Vendiendo ilusiones

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Fecha Publicación: 26/04/2024 - 21:50
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¡Señor, le leo la mano!… ¡Consulta con un astrólogo para que conozcas lo que te depara el futuro! ¿Vas mal en los negocios, en el amor, no eres es feliz?, te espera Madame… Así se ofertan los especialistas en intuir, vislumbrar el futuro con el apoyo de una demanda que se incrementa instalada en todas las diferentes esferas socioculturales de una sociedad. La dinámica de los vaticinios es elástica, aumentan las crisis, tanto la oferta como la demanda crecen.
Suena a paradoja que este fenómeno que avoca creer y se mueve en el terreno de lo especulativo, pulule en una sociedad trazada por la tecnología, el cientificismo y el pragmatismo. Más allá de la legalidad o veracidad de ese servicio, se esconde una suerte de pensamiento o deseo mágico que contrasta o debilita la condición del hombre como autor de su proyecto de vida. Todo autor saborea el tedio, la alegría, la amargura, la incomprensión, el recomenzar y… por fin el delicioso convite por el logro de un propósito.

Al motivo de consultar al experto en lo venidero subyace la creencia de que el “futuro viene” y no que el “futuro se construye” mediante las propias decisiones. Algo así como que irremediablemente nos atañe vestirnos con un traje que ya está hecho y del que solo podemos conocer su estilo y las notas que lo adornan. ¿Qué es lo que el hombre desea saber? Si tendrá suerte en el amor; éxito en el trabajo; si será feliz…etc. El deseo de querer conocer el porvenir es de suyo una inquietud convertida en tarea. No obstante, ¿es el cómo y el lugar donde se busca respuesta, el más eficiente para los fines de una persona? Las grandes interrogantes antropológicas: ¿quién soy?, ¿adónde voy?, ¿dónde estoy? ¿Cuál es mi misión vital? Se despejan en el tiempo desde el ser personal y las facultades humanas.
Esta ansia de saber el futuro responde, sin lugar a duda, a un clima indefinido, confuso, insolidario e inseguro por el creciente individualismo. Con todo, una vida es producto de acciones repetidas e inalienables que el hombre cosecha y recoge en consecuencia. Por ejemplo, el éxito en el amor depende de las decisiones pechadas con miras a encontrarse con el ser personal de quien se ama. Esa relación no está libre de crisis, dificultades, egoísmos… pero el hombre, gracias a su inteligencia y libertad, está abierto al cambio, a la lucha, al perdón y a recomenzar.
Los expertos en futuro venden ilusiones porque piensan que el hombre, contando con sus condiciones, no puede labrar su futuro porque no depende de él. Más bien, el mañana está en manos de la “suerte”. Si el futuro adviene por carambola, en su vida se instalará el abandono o la pasividad. Por el contrario, si le “asegura” que su vida estará alumbrada por la llama del éxito, igualmente se abandonará a su destino porque al confiarse en la inextinguibilidad de la misma, no pondrá de su parte para el logro del tal objetivo.

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