Venganza no es justicia
Y bueno, se consumó la canallada de la Corte IDH, ese ente lleno de jueces ideologizados que dizque imparten “justicia”. Han “ordenado” al Estado peruano que no cumpla la sentencia del Tribunal Constitucional que ordenaba (sin comillas) la justa liberación de Alberto Fujimori. Rojos de todos los pelajes, caviares, progres y pro terrucos saltan alborozados de felicidad: su odiado y eterno enemigo no saldrá de la cárcel y lo más probable es que muera ahí.
Ahora veremos un desfile de abogados -y hasta tribunos- justificando con todo tipo de malabarismos pseudojurídicos cómo un anciano de 83 años, enfermo y privado de su libertad por más de 17 años constituye un peligro para la sociedad y, lo más ridículo aún, cómo esa libertad afecta a los familiares de los casos Barrios Altos y La Cantuta, al parecer lo más grave que sucedió en una etapa de nuestra historia donde los terroristas de ultra izquierda de Sendero Luminoso y el MRTA asesinaron de la manera más cruel y sanguinaria a decenas de miles de compatriotas, cuando muchos de sus cabecillas hoy gozan de libertad.
Este fallo de esta “justicia” supranacional es no solo infame, sino contradictorio con lo que ellos mismos resolvieron en 2018 sobre este tema, cuando indicaron aquella vez que el procedimiento a seguir debía ser la vía constitucional. Como se recuerda, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski en vísperas de la nochebuena de 2017 le otorgó un cuestionado indulto al expresidente Fujimori. Poco tiempo después esa medida fue revertida por el Poder Judicial en otra cuestionable intervención. Es por ello que solo se puede entender esta última decisión de la Corte IDH desde una óptica netamente ideológica y no jurídica.
Un gobierno de verdad no acataría ese vergonzoso, indignante e inhumanitario fallo, pero si tenemos a un admirador de Hitler y Mussolini en el premierato es obvio que acatarán lo que digan desde San José, Costa Rica… si es contra su enemigo. Valga la oportunidad para recordar también cuando ese miserable y juez prevaricador -sentenciado- que es Baltazar Garzón quiso extraditar desde Londres a Madrid a un anciano Augusto Pinochet, Ricardo Lagos -un socialdemócrata entonces presidente de Chile e impensado admirador de Pinochet- se opuso y el exdictador regresó a Chile; nunca fue a la cárcel ni fue humillado como hoy lo hacen con Fujimori. El Perú no tiene soberanía jurídica ni un mínimo de dignidad o patriotismo… digan lo que digan.
A Fujimori, sus odiadores nunca le perdonarán que haya acabado con el terrorismo comunista y eso es historia, no una opinión. De más está decir que con esta decisión esta tremenda corte le pone un escollo más -quizás insalvable- a cualquier proceso de reconciliación nacional, si es que este existiese. Venganza nunca es justicia.
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