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“Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”

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Fecha Publicación: 20/07/2024 - 20:30
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Queridos hermanos, estamos en el domingo XVI del tiempo ordinario. La primera palabra que nos ofrece la Iglesia es del libro de Jeremías, donde dice: “¡Ay de los pastores que dispersan a las ovejas de mi rebaño!” Es decir, aquellos que no tienen pastor y por qué se dispersaron, dividiendo, arruinando la unidad, no amando y no diciendo la verdad. Porque la verdad hace que el hombre se encuentre con Dios. Se dispersan buscando otros pastores: el pastor del sexo, de la droga. Los jóvenes están buscando pastores en esta vida, pero aquí se presenta a Dios diciendo que a estos pastores que dispersan a su pueblo y sus ovejas, Él les tomará en cuenta. Dios se ha comprometido en buscar pastores que verdaderamente pastoreen a la Iglesia y al hombre de hoy, para que se encuentren con la felicidad.

Por eso, respondemos con el Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me falta. Tu vara y tu cayado me sostienen”. Esa vara en la cual nos apoyamos es la cruz de Jesucristo, es el báculo del obispo. “Preparas una mesa ante mí en presencia de mis enemigos, me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa. Yo habitaré en la casa del Señor por años sin término”, termina diciendo el Salmo 22.

La segunda palabra es de San Pablo a los Efesios. San Pablo, que ha dado la vida por Jesús, ahora por la sangre de Cristo nos dice: “Estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho que dos pueblos que no se hablaban, que se odiaban, sean uno. Él crea en nosotros, genera y recrea en nosotros un ser nuevo, un hombre nuevo que reconcilió con Dios a los dos pueblos”. Por eso, hermanos, hoy quiere Dios unificar de nuevo a la Iglesia para mostrar al mundo la verdad que está en Jesucristo.

El evangelio, que es de San Marcos, dice que los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y les dijo Jesús: “Venid vosotros a un sitio tranquilo donde podamos descansar un poco”. Descansar, que es rezar, porque iban y venían y se encontraban con mucha gente que no les dejaba ni tiempo de comer. Y entraron en la barca y Jesús los llevó a un sitio tranquilo. Qué importante, hermanos, es montarse en esta barca que es la Iglesia. ¿Y qué les enseñaba Jesús a los apóstoles? Les enseñaba cuál es la misión y por qué habían matado a San Juan Bautista. Muchos no entendían por qué y abandonaron a Jesús, encontrándose como ovejas sin pastor. Jesús, viendo a la multitud, les dio lástima porque estaban como ovejas sin pastor y les enseñaba, es decir, les inculcaba la verdad, el Espíritu Santo.

Pues bien, hermanos, que este Espíritu, en estas vacaciones que tenemos, nos impregne y tengamos este pastor que nos pastorea y nos guía, que es Jesús de Nazaret, y que tiene poder también para guiar a tu familia y tu trabajo. Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esté con todos vosotros.

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

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